martes, 30 de octubre de 2012

Wladyslaw Theodor Benda (1873-1948)






Si las reinas tienen una forma propia de llevar erguida en la columna del cuello una cabeza plena pero pura, clemente pero fatal, era la reina. Aquel rostro regio iba desnudo como un vientre; y, en él, esos ojos muy claros que tienen, milagrosamente, las morenas de piel blanca, esa índole rubia secreta bajo el pelo de ala de cuervo, ese enigma que nada, si por azar posees a esas mujeres, ni los vestidos remangados ni los gritos resuelve.
"El origen del mundo", de Pierre Michon



























Wladyslaw Theodor Benda (1873-1948), pintor polaco americano, ilustrador y diseñador.

Benda estudió arte en Cracovia, POL., Y en Viena, antes de venir a los Estados Unidos en 1899. Se instaló en Nueva York, convirtiéndose en un ciudadano de los EE.UU. en 1911. Ilustraciones Benda fueron publicados en libros y en una serie de revistas. Él es el más recordado por sus máscaras, que fueron utilizados en obras de teatro y danza en todo el mundo

La carta




                                         Capítulo II
Querida Mini:
 Perdona por el tiempo extraño lejos de ti y de tu familia. Sabes que eres mi primer y gran tesoro especial, mucho más que una amiga y no quiero que llores, que esta carta no sea motivo de tristeza  o añoranza,, todo lo contrario, juntas ahora tenemos mucho para celebrar.
 Desde que emprendí mi aventura lejos de casa los días han sido intensos. Seguro que tu que eres tan observadora, ya habrás intuido el motivo. No creas que la distancia nos ha alejado lo más mínimo,  el vínculo que nos une es indestructible  y gracias a esos aparatitos que suenan en casa llamados teléfono, recibo las mejores imágenes de "mis guardianes del hogar", y confieso que cada vez percibo mejores vibraciones y progresos en el comportamiento de los pequeños.
Vuestro rostro, el amor y la ternura son sensaciones inseparables. Veo con satisfacción los avances en la educación de tus hijos, que ya están en el camino adecuado para convertirse en dos verdaderos perros policía y pronto consiguirán su sueño: la placa y el chaleco.
  Tantos sueños cumplidos a vuestro lado, imposible compensaros, nos hemos protegido mutuamente del miedo a las tormentas cuando la lluvia y los truenos, los vientos que nos asustan tras los cristales, de la frialdad del corazón, del  miedo. Yo junto a vosotros encontré un calor especial y me he sentido protegida siempre a vuestro lado. Cuando llegasteis a nuestra vida la intuición me indicaba que era el preludio de algo hermoso y no me equivocaba. ¡Cuántas aventuras  juntos!, a pesar del mal comportamiento de los pequeños en algunos momentos, ahora entiendo que era su forma de crecer, utilizando su única defensa frente al mundo de gigantes que les rodea. Su voz. 
 Cierro los ojos y os veo tumbados a mis pies mirando la chimenea donde el fuego se agita, enriqueciendo tanto lo cotidiano, multiplicando la alegría e igualándonos en edad, conviertiendo a todos los residentes del hogar en los niños que aún viven dentro de cada miembro de la familia. Ahora en la distancia cada momento a vuestro lado me parecen un tesoro lleno de ternura e ingenuidad. Siempre a mi lado en los momentos difíciles, consolándome y demostrando que existe  el infinito amor dentro de unos corazoncitos tan pequeños.
Hay una dimensión distinta que antes de conoceros ignoraba que podía existir: el amor a los animales. Me siento afortunada por el privilegio de descubrirlo, y comprendo que el mundo de los sentimientos es mucho más grande de lo que imaginaba. 
Quiero que sepáis que pensé seriamente en llevar conmigo a alguno de vosotros. Lo duro fue descubrir que era imposible, ¿cómo iba a separaros? ¿A quién escogía? ¿Que haría el elegido cuando yo no estuviera en casa, lejos de los otros dos? vosotros que sois inseparables y no sabéis vivir unos sin los otros. Como veis preguntas imposibles de contestar. He aprendido la dura lección  y el valor del desprendimiento, a no ser egoísta y anteponer vuestro bienestar a mis deseos. 
 He comprendido que estamos todos en el lugar adecuado, vosotros en el hogar,  donde os corresponde , donde tenéis una cama confortable y saben de vuestros gustos y costumbres, y eso es lo verdaderamente importante. Y yo viviendo mi destino, donde he encontrado mi camino,  y me siento verdaderamente especial .
A mí me acompañan ahora dos nuevos amigos, ellos vivían aquí mucho antes que yo llegara. Al principio me resultaban extraños, son grandes y tan distintos a vosotros, pero con el tiempo he llegado también a quererlos, aunque cada uno es especial e insustituible, todos formáis parte de una especie extraordinaria, los mejores amigos que alguien pueda soñar. No debéis sentir celos, vosotros tendréis siempre mi amor y en casa todo el cariño que necesitáis y ellos agradecen mi calor y cada día más. 
Los nombres de mis nuevos amigos son Bruto y Yecha, ambos me conquistaron con su inocente bondad, se alegran mucho cuando llego a casa, como vosotros hacéis, (pero sin ladrar) y tienen sus historias que con el tiempo os relataré (os aseguro que la vida de Yecha os conmoverá  y os hará sentir privilegiados).
 A pesar de la enorme diferencia de tamaño, estoy segura que podéis llegar a ser grandes amigos,  por eso estoy organizando una fiesta para celebrar el agradecimiento de la verdadera amistad. Tengo muchas ideas para ese día. Aquí tenemos un gran jardín, con muchos espacios para olfatear, correr libremente y explorar. He pensado poner una mesa bajita con salchichas,  galletas y golosinas también creo que sería buena idea tener una tarde de cine con un clásico, La Dama y el Vagabundo especialmente por ti, Mini. Para finalizar, la entrega de las placas de policía.
Quiero invitar también a vuestra prima la guapísima Lys, a Duna y a Daxter, así sereis más amigos. Espero que os haga tanta ilusión como a mí,  ya me estoy imaginando vuestros saltos y nervios con esta feliz noticia, pero... dejo la última decisión en manos de Mini, (por lo del comportamiento), para que pueda ejercer por un momento de madre responsable, sólo con mirar al papá, sabremos su respuesta y con confirmar vuestra asistencia me pondré en marcha con los preparativos.
Creo que puede ser el principio de algo hermoso, así que Mini, la decisión está en tus manos, recuerda que es una oportunidad única de hacer nuevas amistades, ver una película romántica,  lucir tu vestido de Mini de Mónaco y adornar tu bonito y brillante pelo negro con un lazo especial, tus hijos, para sus travesuras pueden venir vestidos de forma más informal, con sus camisetas de Batman. 
Un fuerte abrazo a cada uno.Os quiere con locura
                                                           Ángela                                                                                       



Continuará...

lunes, 29 de octubre de 2012

Ojos negros

"Sólo durante los tiempos difíciles es donde las personas llegan a entender lo difícil que es ser dueño de sus sentimientos y pensamientos."
Antón Chéjov
Antón Chéjov (1860-1904) fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. 
Sus historias  atraviesan el tiempo y, en este viaje, salen reforzadas.



 Ojos negros, la película de Nikita Mikhalkov 


Incorporando varios relatos cortos de Antón Chéjov, Ojos negros (1987) fue protagonizada por Marcello Mastroianni como un hombre mayor que cuenta la historia de un amor que tuvo en su juventud con una mujer a la que ha sido incapaz de olvidar. El film fue aclamado internacionalmente, recibiendo Mastroianni el premio al mejor actor en el Festival de Cannes y la nominación a un premio Óscar por su actuación.

domingo, 28 de octubre de 2012

Esencia de libertad




        Ahora bien, para disfrutarla como es debido, una excursión a pie hay que realizarla en solitario. Si uno va en grupo, o incluso con un compañero, ya no es una excursión a pie más que de nombre; es otra cosa, más por el estilo de un picnic. Una excursión a pie debe emprenderse en solitario porque su esencia es la libertad; porque uno debe poder detenerse y continuar, seguir un camino u otro a su antojo; y porque uno debe poder ir a su propio ritmo... (Robert L. Stevenson).

jueves, 25 de octubre de 2012

Después de todo


Kinuko Y. Craft

No le digas mi nombre
-nunca no-
a los demás.

Yo te cambio mis ojos por mi nombre,
pues se echan a vivir y a tener luz
desde que tú me llamas.
Luego, cuando te vayas,
no dejes ahí tiradas las fichas de mi nombre,
recógelo, llévatelo contigo.

Haz con él lo que quieras:
conviértelo en colores,
en conjuro, en hoguera,
mételo en tus retortas,
písalo en tu lagar,
sácale vino y miel,
fermento y alegría.
Y el fruto de esa alquimia
dáselo a los demás a manos llenas;
que circule, en mi nombre,
entre cuantos te vean y te hablen.

Pero mi nombre, no.
Guárdalo tú mi nombre,
dilo a oscuras,
que sólo para ti deja de ser opaco.

 Carmen Martín Gaite




                   ¿Por qué las más bellas canciones de amor salen de los corazones rotos?

Venecia


Maurice Lalau



Conjuros de la memoria

No sé si un sol desmedido y burlón
me atravesará de punta a punta
cuando salten de mi pecho todos los gritos guardados
cuando se rompan las oscuridades
de mi perfecta catedral secreta
con el sostenido sonido del órgano medieval
ululando su voz de parto,
su alarido de queja y de tristeza.

Estoy como nací-desnuda-
mojada de lágrimas con el pelo chorreándome nostalgia
y un cansancio vetusto acomodado en mis huesos
y mientras me dejo ir en el humo,
viene su mano y me sostiene
y me levanta y me hace tronar de júbilo,
me zarandea las ganas de vivir,
me dice verde con ojos de monte
azul con el pelo espumoso de mar
estrella con las uñas brillantes
viento y sopla mi angustia y la desperdiga
y me hace nadar en el aire, retozar en los arroyos,
romper los relojes del tiempo,
borrar la huella de mis pequeños pecados
vueltos trascendentes por los oscuros designios
de su otro yo iracundo hermano de este duende iluminado
que me persigue en el sueño
en el que corro huyendo, siguiéndole yo a mi vez
juego de gato y ratón hasta que viene la lluvia
y la risa y volvemos a ser amantes helechos hojas atrapadas
en las correntadas de mayo y todo vuelve a empezar
cuando cruzamos lavados y nuevos
el umbral del paraíso.


                                                                     Gioconda Belli




martes, 23 de octubre de 2012

Hermanos

"Nunca me acostumbraré a llorar sin que me veas.
-Júrame que tampoco yo me acostumbraré a vivir sin ti.

-Te lo juro"




No podría abandonarte en el pasado.

-No podría abandonarte en el pasado.
-¿Nos volveremos a ver?
-¿Por qué me haces esa pregunta tan ridícula?
-Porque uno puede decir hasta luego y no volverse a ver jamás.
-Sólo me voy a vivir a Londres.
-Si para vivir necesitas irte cualquier lugar es demasiado lejos.
-Eres mi hermana. Vendrás a verme. Volveré a verte.
-Ya odiaba a las inglesas, imagínate ahora.
-Mary es mi salvación.
-Mi salvación era poder salvarte.
-Ya no tienes que hacerlo.
-No me consuela. Contigo no quiero tener deudas que jamás podré saldar.
-Por favor. No me debes nada. Tú eres la única que no me debe nada.
-También odio a papá.
-A él se le pasará. Se le pasará porque el tiempo pasa a favor del amor. Vendrá o vendré y todos nos perdonaremos nuestras deudas.
-¿Eso es de ella?
-No, Mary no escribe tan cursi.
-Una escritora. Una escritora inglesa.
-Sí, quién me lo iba a decir.
-...
-...
-Júrame que no te acostumbrarás a vivir con el recuerdo de todo lo que fuimos. De lo que fuimos juntas. Tú y yo.
-No podría abandonarte en el pasado.
-Es que es un lugar cómodo para dejarme, muy accesible. Y tú eres muy vaga. Siempre estaré allí. Puedes visitarme sin moverte. Llorar sin que nadie te vea. Lo entendería. Una puede acostumbrarse fácilmente a eso.
-Nunca me acostumbraré a llorar sin que me veas.
-Júrame que tampoco yo me acostumbraré a vivir sin ti.
-Te lo juro.
-Vuelve a jurármelo.
-Te lo juro, hermanita.



Este  relato es obra de Blanco, que se presenta a si mismo diciendo que "escribe guiones y otros signos de puntuación" creo que ya he aconsejado en otra entrada que visitéis este blog.  Nada que decirte.


lunes, 22 de octubre de 2012

Tristeza, aquí no entras.

¡Feliz cumpleaños Mª José!

 John Everett Millais (1829-1896)

ODA A LA TRISTEZA

Tristeza, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.

Pablo Neruda.

Thomas Cooper (1854–1931)

                                       Aleluya, cuando la música se convierte en color.
















sábado, 20 de octubre de 2012

Estar descalzo

Rene Magritte  (1898-1967)

En torno a unos zapatos

La primera vez que supe que sería mortal como mi padre, como aquellos zapatos negros en una bolsa de plástico, como el cubo de agua donde entraba y salía la fregona que restregaba el pasillo del hospital, yo tenía poco más de 20 años. Era joven, viejísimo. Por primera vez supe, mientras las estelas de claridad iban borrándose del suelo, que la salud es una película muy fina, un hilo de humedad que se evapora con el pasar de los pasos. Ninguno de esos pasos eran los de mi padre.

Mi padre siempre había caminado de manera extraña, muy veloz y al mismo tiempo torpe. Cuando iniciaba sus caminatas, uno nunca sabía si iba a tropezarse o echar a correr. A mí me gustaban esos andares. Sus pies planos y duros se parecían al suelo que pisaba, al suelo del que huía.

Los pies planos de mi padre ahora eran cuatro, se habían repartido en dos lugares distintos: en la camilla del quirófano (unidos por los talones, ligeramente abiertos, evocando una irónica V de victoria) y dentro de aquella bolsa de plástico (a modo de recuerdo en sus zapatos, imponiendo su molde al cuero). La enfermera me la entregó como se entregan unos desperdicios. Me quedé mirando el suelo con la bolsa entre las piernas, atendiendo al tablero cambiante de las baldosas, tratando de entender qué había que entender en todo eso.

Me quedé sentado ahí, frente a las puertas del quirófano, esperando noticias o temiendo las noticias, hasta que abrí la bolsa y saqué los zapatos de mi padre. Me levanté y los puse en el centro del pasillo, como un obstáculo o una frontera o un accidente geográfico. Los posé cuidadosamente, procurando no alterar sus bultos originales, la protuberancia de los huesos, su forma ausente. Al rato una enfermera apareció, atravesó el pasillo, eludió los zapatos y siguió de largo. El suelo resplandecía. Entonces la limpieza me dio miedo. Me pareció una enfermedad, una impecable bacteria. Me agaché. Avancé a gatas, sintiendo el roce, el daño en las rodillas. Y guardé los zapatos en la bolsa. Apreté el nudo lo más fuerte que pude.

Ese día mi padre se salvó por la punta de un dedo. Pero aquellos zapatos los conservo en casa y, de vez en cuando, me los pruebo. Cada día me quedan mejor.
Fragmento extraído del cuento, Estar descalzo de ANDRÉS NEUMAN 

http://elpais.com/diario/2011/07/30/revistaverano/1311976804_850215.html

Una carta para Mini


 Dedico este cuento a una niña que aún no conozco y con la que ya sueño.
 Llegará en el 2013, un año que se aventura maravilloso e inolvidable.

Capítulo I


       Ellos siempre recibían a cualquier invitado de aquella forma tan brusca e inapropiada, ladrando a duo como auténticos poseídos a pesar de las amenazas, explicaciones,  múltiples castigos, nunca  obtuvimos resultado alguno en mejorar su mal comportamiento en público.
 La llegada del cartero interrumpió en pocos segundos la armonía de la música ambiental, convirtiendo  el hogar en un auténtico caos. Los ladridos  de Max se sumaban a otros, los de Nerón, no tan agudos pero igualmente molestos y escandalosos,  asustaban a cualquier recién llegado que esperaba encontrar tras la puerta dos gigantescos perros rabiosos y se sorprendía al ver aparecer unos diminutos seres de apenas kilo y medio. Aunque ellos  se esforzaban todo lo posible por parecer gigantes, por asustar y ahuyentar cualquier intromisión en este espacio, nadie podía invadir su territorio, ni llegar sin avisar. Unos leves movimientos en el exterior y automáticamente adoptaban la posición rígida de alerta, las orejas erguidas.
Carecía de importancia la identidad del recién llegado, si era hombre, mujer, niño, niña, perro, gato, pájaro... ni el propósito o encargo que traía.
 No era extraño que  todos les consideraban inadaptados y mucho más al comparar su conducta con la de su madre,  la dulce Mini, tan educada y ejemplar.

Ese día Jorge abrió la puerta con su habitual sonrisa amable y se disculpó por el recibimiento,  el cartero traía una carta especial, ese tipo de cartas que no se echan al buzón como correo ordinario, ésta era distinta, era necesario entregarla directamente y había que firmar al recibirla. Por ese motivo el cartero abrió su gran bolsa de cuero repleta de cartas de todos los tamaños,  mientras intentaba  afinar el oído (en medio de aquellos ladridos ensordecedores), y escuchar la disculpa de Jorge que no había tenido otro remedio que levantar el tono de voz:
-¡Aquí no hace falta alarma!, dijo casi gritando. Como ves, ¡la casa está segura!.
-Lástima de dos excelentes sabuesos que el cuerpo de policía ha perdido. - contestó el recién llegado.
Ellos no pasaron por alto aquel comentario, ¿serían en realidad tan buenos perros policía como opinaba aquel señor?
Muchas veces viendo películas también lo habían imaginado, y a eso jugaban en la terraza cuando estaban solos. Esto pensaban sin detenerse, sin parar de ladrar, mirando de reojo con cara de malos, iban de un lado a otro de la sala víctimas de una gran ansiedad (solía ocurrirles cuando comprobaban que su estrategia de infundir miedo o respeto no funcionaba), corrían a toda velocidad sin chocar contra nada, sorteando obstáculos, desesperados por llamar la atención. Y mucho más ahora que alguien les había llamado "perros policía" lo máximo a lo que aspiraban.
El cartero continuaba conversando, esta vez se refería a su perro, -"es mucho más grande que estos" -"Es un Pastor Alemán".- decía.
- Sí, eso de más grande habría que verlo, y además, si es alemán no se entenderán sus ladridos - pensaron ellos.
Los oídos siempre atentos a pesar del alboroto, los pensamientos quedaron nuevamente interrumpidos cuando, ante la sorpresa de todos los presentes, aquel hombre al que Jorge llamaba Paco dijo:
 -¿Vive aquí una señorita llamada Mini?
-Sí, aquí vive contestó Jorge.




-Alguien había dicho Mini ¿Qué podía significar? se detuvieron súbitamente.  Quedaron quietos, inmóviles como estatuas, paralizados al escuchar la pregunta que formulaba aquel extraño enemigo,  alguien tenía que explicarles qué ocurría.
Habían visto alguna situación parecida en las tardes de cine (cuando se quedaban solos cuidando la casa y viendo alguna de sus películas favoritas),  pero esta vez era distinto, esto era real.
 El cartero se despidió con una sonrisa cómplice para continuar su tarea y Jorge cerró la puerta con la carta en la mano.
Antes de explicarles el significado de ese extraño papel y el porqué un señor desconocido había mencionado el nombre de su madre, era el momento de invitarles a reflexionar: "¿Qué os hemos dicho tantas veces? ¿Os parece bien vuestra conducta?"




-Oh no, el rollo otra vez... 
 -¡demasiadas preguntas! y esa carta que no se detiene, tan suculenta como un trozo de hamburguesa.  
 Jorge intentaba con una paciencia asombrosa recordarles la importancia de la buena educación, como recibir a los invitados y una vez más volvió a poner por ejemplo a Mini, siempre tan correcta, educada y estimada por todos. A ellos no les importaba esa explicación tan larga, les aburría, sólo pensaban en aquel momento en ¡la carta, la carta, la carta..!
Jorge, hizo una mueca de desaprobación, entendió que no servía de nada continuar con la reflexión y volvió de nuevo a recuperar su expresión habitual. Paso entonces al asunto que sostenía en la mano - Es una carta para Mini -, dijo.
 Ahora la actitud era bien distinta, ¿eran los mismos de apenas unos minutos? Estaban en su cesta sentados, con mirada de buenos, expresión atenta, serena y los brazos cruzados.




Todos dirigimos la mirada hacia Mini que observaba desde el principio todo lo acontecido con  serenidad y sabiduría, aunque al sentirse  protagonista de aquella novedad comenzó a sustituir su expresión tranquila, por otra vanidosa y  altiva, que guarda para las ocasiones especiales , los que la conocemos, detectamos ese brillo en sus ojos que utiliza en los pocos pero intensos momentos en los que se siente la principal protagonista.
 Acudimos a sentarnos junto al fuego, los pequeños, los primeros en obedecer buscaron su sitio en la reunión familiar,  Jorge miraba a Mini esperando su aprobación. Sin necesidad de palabras (entre los dos existía un fuerte vínculo). Compartían un lenguaje telepático especial,  basado en miradas, respeto mutuo,  silencio,  caricias en las noches frías junto al fuego,  paseos diarios y mucha paz.
 Por ese motivo estaba seguro de tener su permiso. Leer una carta ajena, era algo que nunca sería capaz de hacer.
 Fue a su escritorio a buscar  el viejo abrecartas de la suerte, intentando en todo lo posible no alterar la perfección  de aquel original sobre, y así conservarlo en la caja de recuerdos de la familia.
 Todos le miramos con curiosidad y atención, en silencio, hasta que extrajo un papel doblado que abrió y se dispuso a leer. 

Continuará...


Texto y collages: Eva Ferrer

martes, 16 de octubre de 2012

Viajes admirables


Tenemos que obligar a la realidad a que responda a
nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta
abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y
lo tangible, hasta realizarnos y descubrirnos
que el paraíso estaba ahí, a la vuelta
de todas las esquinas.

— Julio Cortázar, Alcor, 1964



            No podía ser que fuéramos los únicos en interesarnos por esta otra autopista que poco a poco nos deja penetrar en sus secretos, tomándonos cariño como se lo vamos tomando nosotros a ella, y así con poco ruido y sin violencia entramos en posesión de sus caminos, senderos y lugares recónditos, y eso se asemeja al hecho de ir poseyendo a un ser amado en la cama, con caricias y miradas y murmullos que poco a poco se revelan como puertas y ventanas tras de las cuales siempre hay otras, más dulces, más bellas, y al final nadie sabe quién abre la puerta, quién es la ventana y quién tiene a quién entre los brazos. Así con la autopista...


        ...Hemos comprendido hasta qué punto la verdadera autopista no es aquella, sino la paralela que sospechábamos desde hace años y que por fin vivimos (tan bien que ya nos parece perfectamente normal estar así a la orilla de la ruta, hay que sacudirse de vez en cuando para acordarse de que es una aventura y no solamente otra versión de la vida de todos los días).



        ...Jamás concebimos ni realizamos la experiencia con intenciones subyacentes. Era un juego para una Osita y un Lobo, y lo que fue durante treinta y tres maravillosos días. Frente a preguntas turbadoras, nos dijimos muchas veces que si hubiéramos tenido presentes esas posibilidades la expedición hubiera sido otra cosa, acaso mejor o peor pero nunca ese avance en la felicidad y en el amor del que salimos tan colmados que nada, después, incluso viajes admirables y horas de perfecta armonía, pudo superar ese mes fuera del tiempo, ese mes interior donde supimos por primera y última vez lo que era la felicidad absoluta.


           

    Julio Cortázar (Argentina, 1926-1984) – Carol Dunlop (Canadá,1946-1982)

                                                                                                    



Tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir…




Hacia finales del mes de mayo de 1982, Julio y Carol deciden pasar treinta y tres días en la autopista París-Marsella, deteniéndose en todos los paraderos que encuentren a su paso, a bordo de una vieja y destartalada furgoneta Volkswaguen de color rojo, a la que apodan Fafner y que se convertirá a lo largo de un mes en una casa rodante cuyo equipaje consistirá en víveres, utensilios de aseo, ropa, libros, una cámara de fotos, dos máquinas de escribir y algunas cintas de música.
Los pormenores de este viaje están relatado por Carol Dunlop y Julio Cortázar en el libro  " Los Autonautas de la Cosmopista"
Imágenes:Eva Clérigues
Imagen  Cortázar y Carol Dunlop: Google 
Textos extraído de: Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella, Ed. Muchnik Editores, Barcelona, 1986.

lunes, 15 de octubre de 2012

Perfecta escena de amor


Dos románticas, mi hija y yo intentando aprender inglés, con "North and South",  al llegar el cuarto capítulo, este intenso momento, ¡ganas de gritar!,  y ya no quedan palomitas...

sábado, 13 de octubre de 2012

Perfume exótico

Constant Montald 1862-1944


Perfume exótico

Cuando entorno los ojos bajo el sol otoñal
Y respiro el aroma de tu cálido seno,
Ante mí se perfilan felices litorales
Que deslumbran los fuegos de un implacable sol.

Una isla perezosa donde Naturaleza
Produce árboles únicos y frutos sabrosísimos,
Hombres que ostentan cuerpos ágiles y delgados
Y mujeres con ojos donde pinta el asombro.

Guiado por tu aroma hacia mágicos climas
Veo un puerto colmado de velas y de mástiles
Todavía fatigados del oleaje marino,

Mientras del tamarindo el ligero perfume,
Que circula en el aire y mi nariz dilata,
En mi alma se mezcla al canto marinero.

Charles Baudelaire



"Frio,
Ah! porque en Otoño el corazón duele más."

"Un gran amor repitiéndose una vida entera..."

viernes, 12 de octubre de 2012

Dos poemas de Alfonsina Storni

William W. Churchill 1858-1926


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni









Poemas: Alfonsina Storni
Ilustraciones: Liniers

jueves, 11 de octubre de 2012

Sostener el cielo

Un día un elefante vió a  un colibrí que  estaba  acostado boca arriba con sus pequeños pies en el aire. “¿Qué estás haciendo?” -preguntó el elefante.

El colibrí respondió: “He oído que el cielo podría caer hoy,  así que estoy preparado  para ayudar a sostenerlo en caso de que se caiga.”

El elefante se rió cruelmente. “¿De verdad crees”, dijo, “que unos  pies tan pequeños podrían ayudar a sostener el cielo?”

El colibrí mantiene los pies en el aire y le  respondió: “No estamos solos. Cada uno debe hacer lo que pueda. Y esto es lo que yo puedo hacer.”

Un cuento chino

miércoles, 10 de octubre de 2012

Memoria





El tiempo acaba siempre borrando las heridas. El tiempo es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos. Pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría tal vez para borrarlas. Uno trata de acostumbrarse a convivir con ellas, amontona silencios y óxido encima del recuerdo y, cuando cree que ya todo lo ha olvidado, basta una simple carta, una fotografía, para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del olvido.

                                                 Julio Llamazares , La lluvia amarilla 



martes, 9 de octubre de 2012

Un día festivo de Otoño

Michael  Peter Ancher  1849-1927


Gracias, te doy, corazón mío,
por no quejarte, por ir y venir
sin premios, sin halagos,
por diligencia innata.
Tienes setenta merecimientos por minuto.
Cada una de sus sístoles
es como empujar una barca
hacia alta mar
en un viaje alrededor del mundo.
Gracias te doy, corazón mío,
porque una y otra vez
me extraes del todo,
y sigo separada hasta el sueño.
Cuidas de que no me sueñe al vuelo,
hasta el extremo de un vuelo
para el que no se necesitan alas.
Gracias te doy, corazón mío,
por haberme despertado de nuevo,
Y aunque es domingo,
día de descanso,
bajo mis costillas
continúa el movimiento de un día laboral.

Wislawa Szymborska



El 9 de octubre es el Día de la Comunidad Valenciana y en él se conmemora la entrada a la ciudad de Valencia del rey Jaime I en 1238.

lunes, 8 de octubre de 2012

Esta boca es mía

        "La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el silencio."
                                                                                                                               Victor Hugo


Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria,
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tedio a la pasión.
No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de lo perros
ni la quijada de Caín.
Que no te dé el insomnio por cantar
las gaviotas del desierto,
las amapolas de París.
Te engañas si me quieres confundir
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral
se trata sólo de poder dormir
sin discutir con la almohada
dónde está el bien, dónde está el mal.
La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y tú en el cine sin saber
quién es el malo, mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.
Y sal de ahí
a defender el pan y la alegría.
Y sal de ahí
para que sepan que
esta boca es mía.



Joaquín Sabina

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