viernes, 30 de noviembre de 2012

Las golondrinas

Benjamin Williams Leader  1831 –  1923)


Las golondrinas alzan el vuelo,
rozan las mareas y se elevan en espiral
en la tibieza de la atmósfera.
No hablan con los humanos,
porque los humanos se quedan pegados a la tierra.

Las golondrinas no son libres.
Están condicionadas por la repetición de su órbitas geométricas.
Modifican ligeramente el ángulo de incidencia de su alas
para describir espirales cada vez más abiertas
con respecto a los claros de la superficie terrestre.

En resumen, no hay ninguna enseñanza que extraer de las golondrinas.
A veces volvíamos juntos en coche,
sobre la llanura inmensa el sol poniente era enorme y rojo.

De repente, un rápido vuelo de golondrinas rayaba su superficie,
entonces tú te estremecías,
tus manos se crispaban sobre el volante forrado de piel.
Tantas cosas podían separarnos en esa época.



Michel Houellebecq,
Las Golondrinas

jueves, 29 de noviembre de 2012

Placer estético

"Cada una de las obras hay que observarlas no como lo que son, sino como aquello a lo que inducen. Este arte es el resultado de una emoción que se exterioriza y al menos este sentimiento nace espontáneamente del artista, o bien está causado por el choque de la vida con la materia misma de la obra de arte: colores, palabras, piedra, bronce, arcilla" 
César Antonio Molina. 


Antonia Ferrer con su última obra en sus manos
Mi hermana Antone, una artista especial,  construye con sus manos sus primeras esculturas después de haber viajado entre lienzos y pinceles. Ahora en su necesidad de crear explora nuevos elementos,  dotando a la arcilla de vida, que en sus manos adquiere su sello personal y con una delicadeza que conmueve, extrae la luz y la sombra,  consiguiendo piezas silenciosas, equilibradas,  bellas como su alma.


"Si el pintor desea ver bellezas que lo enamoren, él es muy dueño de crearlas, y si desea ver cosas monstruosas que espanten, o que sean bufonescas y ridículas o verdaderamente conmovedoras, de ellas es él señor y dios. Y si desea crear parajes desiertos o lugares umbrosos y frescos para la estación cálida, él es quien los representa, y de manera similar lugares calurosos para la estación fría. Si quiere valles, si desea descubrir anchas praderas desde cimas montañosas, y si luego desea ver el horizonte del mar, él es muy dueño de hacerlo; de manera similar si desea ver altas montañas desde valles profundos o los valles profundos y las orillas del mar desde altas montañas. Y, en efecto, lo que hay en el universo por esencia, presencia o imaginación él lo tiene primero en su mente y luego en sus manos, y estas cosas son tan excelentes que en un tiempo dado engendrarán una armonía de proporciones aprehensible con una simple mirada."
Leonardo da Vinci


 Fragmento recogido en la obra de M. Kemp, Leonardo da Vinci

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El secreto de los libros


 "Tener imaginación es ver el mundo en su totalidad. Los cuentos permiten al niño abrirse a ese flujo de imágenes que es su riqueza interior y aprender la realidad más honda de las cosas. Toda cultura es una caída en la historia, y en tal sentido es limitada. Los cuentos escapan a esa limitación, se abren a otros tiempos y otros lugares, su mundo es transhistórico. Por eso sus personajes son eternos peregrinos, como el alma de los niños. "Alma se tiene a veces. / Nadie la posee sin pausa / y para siempre", escribe Wislawa Szymborska. El poder de la poesía es dar cobijo a esa alma que busca un sitio donde pasar la noche antes de volverse a marchar. Y es en los cuentos de hadas donde se narran, de una forma más pura, esas andanzas del alma."
                                                       Gustavo Martín Garzo


Gustaf Adolf Tenggren (1896 - 1970)



      No faltaron nunca libros en casa gracias a la noble afición de mi padre a la lectura. Un viejo mueble librería presidía el salón donde descansaban estos familiares ejemplares que había ido atesorando desde su juventud, cuando comenzó a destinar parte de su presupuesto a adquiridos, leerlos y conservarlos para su futura familia. Después de grabar sus iniciales y una vez leídos los consideraba parte de él,  y así lo demostraba cada día con sus palabras.
Crecimos junto a ellos, formaban parte del hogar: libros de consulta, literatura, aventuras, poesía... primero ajenos a la consciencia de su auténtico valor,  su significado.
  El espíritu curioso infantil de los cuatro hermanos no dejaba nada en la casa por explorar, ningún ejemplar estaba realmente a salvo, lo que le causaba gran preocupación y uno de los escasos motivos   que podían hacerle perder su serenidad ejemplar. Poco a poco con los años íbamos descubriendo su verdadera importancia. Siempre que recurrías a ellos resolvías una duda, encontrabas algo nuevo, desconocido, interesante, emotivo, cuanto menos curioso; una historia,  un poema, una frase, una imagen,  toda la grandeza que encierran en su interior. Insólitamente, aún conservamos algunos de esos tesoros que heroicamente como viejos Samuráis sobrevivieron al paso del tiempo, las manos infantiles, la inconsciencia juvenil, los cambios de domicilio, incluso a mi propio progenitor. Algunos por desgracia se quedaron en el camino y otros rescatados por favoritos han despertado entre nosotros antiguas reyertas infantiles por su posesión, ahora que crecimos y con el tiempo ya entendimos su verdadero valor. 

 El primer libro que recuerdo verdaderamente mío (algo extraordinariamente inusual en un hogar con cuatro hermanos) fue un ejemplar de Heidi de la escritora Johanna Spyri traducido al español, era un volumen grande (o por lo menos en mis pequeñas manos así yo lo veía), con unas tapas duras, encuadernado a mano y con unas hermosas ilustraciones. Alguien debió de decidir que ya éramos lo suficientemente mayores como para leer nuestras propias historias.

Mi extraña y selectiva memoria no alcanza a recordar si fue un regalo por mi comunión o lo trajeron los Reyes Magos (en los que creí ciegamente hasta una edad más que razonable). Debía de contar yo aproximadamente con ocho años, aunque ya dominaba la lectura, los textos o cuentos que había leído hasta ese momento no excedían en extensión. Nunca antes había tenido un libro tan "gordo" y bonito entre mis manos, que estimulara más mi deseo de leer,  y curiosamente allí comenzaron mis dudas y primeros desvelos. Cada noche al irme a la cama, que por entonces compartía con mi hermana mayor a la que yo admiraba y admiro con devoción (ella con diez años), la veía leer libros de aventuras, novelas románticas... era una apasionada lectora de Puck siempre Puck o Las aventuras de los cinco. Yo cogía mi gran libro de Heidi, difícil de sostener por tamaño y peso e intentaba leerlo de un tirón hasta que el sueño me vencía, había días que podía llegar con mucho esfuerzo a la página veinte. Y así cada día vuelta a empezar (desde el principio) terminé por aprenderme las primeras páginas  de memoria.


                                                                Camino de los Alpes                                  

Desde la risueña y antigua ciudad de Mayenfeld parte un sendero que, entre verdes campos y tupidos bosques, llega hasta el pie de los Alpes majestuosos, que dominan aquella parte del valle. Desde allí, el sendero empieza a subir hasta la cima de las montañas a través de prados de pastos y olorosas hierbas que abundan en tan elevadas tierras. 


Por este camino subían, cierta mañana de sol del mes de junio, una robusta y alta muchacha de la comarca y, a su lado, cogida de la mano, una niña, cuyo moreno rostro aparecía sonrojado de ardor. No era sorprendente que así ocurriera porque, pese al fuerte calor, la pobre niña iba arropada como en pleno invierno. La pequeña no tendría más de cinco años: estaba tan sofocada, que apenas si podía avanzar.



 Llegué a pensar que nunca sería capaz de leerme un libro completo y mucho menos esos"tan gordos" que leía Pepita.
Un día mi padre me encontró extrañamente "callada y desanimada" en el desayuno, después de interrogarme le conté  mi gran problema, con lo que me gustaban a mí los cuentos y lo necesario que era para mi mente soñadora descubrir nuevas historias, me parecía que hacerse mayor ya no tenía tantos alicientes, me faltaba el alimento, tenía que recurrir a cerrar los ojos para imaginar viejas historias almacenadas, se agotaban los estímulos coloridos y fragantes que ya sólo vivían en mi mente. Demasiado mayor para que nadie me leyera un cuento e imposibilitada para resolver el enigma que bloqueaba mi imaginación. 
Había que ser una "superlista" como mi hermana para poder leerse un libro entero de tantas páginas. Mi padre comenzó a sonreír, ¿acaso no entendía la gravedad de este doloroso asunto? 
Hago un esfuerzo y ralentizo el movimiento de esa escena, detengo la secuencia, corto y archivo la imagen dentro de mi corazón. Los ojos de mi padre me miran como siempre, con amor, con comprensión serena. Su voz tierna va resolviendo uno de los grandes enigmas de mi existencia, la idea fundamental,  la luz - "No debes comenzarlo cada vez desde el principio,  basta con dejar una señal en la página donde te detenías y continuar desde ese punto, nadie puede leer un libro así, tienes que almacenar en la memoria lo ya leído, y continuar" Así de sencillo, la clave ante mis ojos y mi ansiedad cubriéndola.
 Se esfumaron de pronto mis dudas. Todos acuden a la mesa, que rico sabe todo lo que hace mi madre en esta pequeña cocina donde cabe tanto. Antes de salir hacía el colegio un abrazo cómplice, bien fuerte. Esa noche comencé la lectura en la página veintiuno.  

 Así comprendí cómo se puede leer un libro entero por primera vez, sus palabras me sacaron de la oscuridad, ya estaba preparada para recibir los tesoros escondidos en esos libros que él había guardado para nosotros y que ahora los veo como los cimientos, las semillas del conocimiento que había descubierto mucho tiempo atrás. Por eso cuando veo un libro en mi librería con las iniciales A.F. sé que es un libro distinto, si lo abro una voz me acompaña en la lectura,  saboreo su plenitud y sé que ahí se encuentra el misterioso espacio que comparto con él.
                                                                                                                                             Eva Ferrer

martes, 27 de noviembre de 2012

Pintura de manos


El asombroso arte de Guido Daniele : pintura de manos.












                                                                           


http://www.guidodaniele.com/mani01.htm

lunes, 26 de noviembre de 2012

Viajando entre...


George William Joy 1844-1925



A unos les gusta el alpinismo.
A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.
Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!
Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...
Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.
Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...
¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?
Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.
Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.

Oliverio Girondo




domingo, 25 de noviembre de 2012

Amo tus silencios

Le petite barque - Émile Friant 1863-1932


"Amo tus silencios, porque son como los míos. Eres el único ser ante el que no me apenan mis silencios. Tienes un silencio vehemente, uno siente que está cargado con esencias. Es un silencio extrañamente vivo, como una trampa abierta en un pozo, desde donde se puede oír el murmullo secreto de la tierra misma. "
Anaïs Nin




viernes, 23 de noviembre de 2012

Ocaso sobre el mar

Anoche te vi.
 Llegabas nadando desde la boya roja de un mar que te pertenece siempre. 
 Cuando el presente consciente que respiro, era sólo el sueño de un futuro inesperado.
Ocaso sobre el mar de Noruega-Thorolf  Holmboe 1866 - 1935 


Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
justo en ese momento
en que las luces flotan como brasas
de una hoguera rendida
y en el agua se queman las preguntas,
los silencios extraños.

Había decidido nadar hasta la boya
roja, la que se esconde como el sol
al otro lado de las barcas.

Muy lejos de la orilla,
solitario y perdido en el crepúsculo,
me adentraba en el mar
sintiendo la inquietud que me conmueve
al adentrarme en un poema
o en una noche larga de amor desconocido.

Y de pronto la vi sobre las aguas.

Una mujer mayor,
de cansada belleza
y el pelo blanco recogido,
se me acercó nadando
con brazadas serenas.
Parecía venir del horizonte.

Al cruzarse conmigo,
se detuvo un momento y me miró a los ojos:
no he venido a buscarte,
no eres tú todavía.

Me despertó el tumulto del mercado
y el ruido de una moto
que cruzaba la calle con desesperación.
Era media mañana,
el cielo estaba limpio y parecía
una bandera viva
en el mástil de agosto.
Bajé a desayunar a la terraza
del paseo marítimo
y contemplé el bullicio de la gente,
el mar como una balsa,
los cuerpos bajo el sol.
En el periódico
el nombre del ahogado no era el mío.

Primer día de vacaciones-Luis García Montero

Pensamientos y poemas de Bertolt Brecht

“No aceptes lo habitual como cosa natural. 
Porque en tiempos de desorden,
de confusión organizada,
de humanidad deshumanizada,
nada debe parecer natural.
Nada debe parecer imposible de cambiar.”


Jean-Louis Janmot (1814-1892)




La cuerda cortada

La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, pero
está cortada.

Quizá volvamos a tropezar, pero allí
donde me abandonaste no
volverás a encontrarme.






Recuerdo de María A.  

Un día del azul mes de septiembre 
bajo la sombra de un ciruelo joven, 
tuve a mí pálido y silencioso amor
como se tiene a un sueño dulce entre los brazos.
Sobre nosotros, en el hermoso cielo de verano, 
había una nube que contemplé largamente. 
Era una nube muy blanca y altísima.
Cuando quise verla de nuevo, ya no estaba. 

Desde ese día, pasó mucho, mucho tiempo 
flotando silencioso por acá y por allá. 
Los ciruelos probablemente se han secado.
Y si me preguntas qué fue de ese amor
debo decirte que ya no lo recuerdo
pero que entiendo lo que dices. 
De su rostro ya no me puedo acordar. 
Solo recuerdo que entonces la besé.
Y de ese beso también me habría olvidado
de no haber sido por esa nube.
Todavía la recuerdo y voy a recordarla siempre.  
Era muy blanca y descendía desde su altura.

Puede que florezca aquel ciruelo todavía
y que esa mujer tenga ahora siete hijos. 
Pero la nube floreció sólo por unos minutos;
cuando volví a mirar, se había hecho viento. 


Bertolt Brecht




La cuerda cortada- versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens
Recuerdo de María A.-  (trad. F. Derrey) 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Alegrías


Si pudiese comprarte las telas bordadas del cielo, 
Tejidas con luz de oro y de plata
Las telas azules y las tenues y las oscuras 
de la noche y la luz y la media luz, 
Extendería las telas bajo tus pies: 
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños; 
He extendido mis sueños bajo tus pies; 
Pisa suavemente, pues pisas mis sueños. 

(From "All things  can tempt me")
W. B. Yeats



Leopold Francois Kowalsky 1856-1931


Y me asombra que esas alegrías tan precarias, tan raramente perfectas a lo largo de una vida humana –bajo cualquier aspecto con que las hayamos buscado o recibido–, sean objeto de tanta desconfianza por parte de quienes se creen sabios, temen el hábito y el exceso de esas alegrías en vez de temer su falta y su pérdida, y gastan en tiranizar sus sentidos un tiempo que estaría mejor empleado en ordenar o embellecer su alma.
Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar


miércoles, 21 de noviembre de 2012

La consciencia del tiempo


Son los ríos
Somos el tiempo. 
Somos la famosa parábola de Heráclito el Oscuro. 
Somos el agua , no el diamante duro, 
la que se pierde, no la que reposa. 
Somos el río y somos aquel griego 
que se mira en el río. Su reflejo 
cambia en el agua del cambiante espejo, 
en el cristal que cambia como el fuego. 
Somos el vano río prefijado, 
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado. 
Todo nos dijo adiós, todo se aleja. 
La memoria no acuña su moneda. 
Y sin embargo hay algo que se queda 
y sin embargo hay algo que se queja.

"Los conjurados", 1985-Jorge Luis Borges


The Lovers (Autumn Evening) 1888 by Émile Friant (1863–1932).


El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de Alvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron las palabras. Eran las de la décima del principio. La voz no era la de Álvaro, pero quería parecerse a la de Alvaro. La reconocí con horror.
Me le acerqué y le dije:
-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.
Hubo un silencio largo. Le pregunté:
-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?
Me contestó que si.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.
Al cabo de un tiempo insistió:
-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris.

                                                                                                                                Jorge Luis Borges

viernes, 16 de noviembre de 2012

Algo sobre el alma


George Tsui

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.

Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.

A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.

Rara vez nos asiste
en las tareas pesadas,
como mover muebles,
cargar las maletas
o recorrer caminos con zapatos apretados.

Cuando hay que cortar carne
o llenar solicitudes,
generalmente está de asueto.

De mil conversaciones
toma parte sólo en una,
y no necesariamente,
pues prefiere el silencio.

Cuando el cuerpo nos empieza a doler y doler,
escapa sigilosamente de su hora de consulta.

Es algo quisquillosa:
con disgusto nos ve en la muchedumbre,
le repugna nuestra lucha por supuestas ventajas
y el rumor de los negocios.

La alegría y la tristeza
no son para ella sentimientos distintos.
Sólo cuando se unen
está presente en nosotros.

Podemos contar con ella
cuando no estamos seguros de nada
y tenemos curiosidad por todo.

De los objetos materiales
le gustan los relojes con péndulo
y los espejos que trabajan afanosos
aunque no mire nadie.

No dice de dónde viene
ni cuándo se irá de nuevo,
pero evidentemente espera esa pregunta.

Según parece,
así como ella a nosotros,
nosotros a ella
también le servimos de algo.

WISLAWA SZYMBORSKA
Poema incluido en el libro Instante 



Yo la veo pasar cuando viaja en la lentitud de las hojas que se desprenden en otoño
Muchas veces se sienta a mi lado mientras me distraigo observando las formas caprichosa que dibujan las nubes y los pájaros en el cielo.
Siempre olvida como yo el paraguas al salir,  y camina de mi mano dejando que la humedad de la lluvia nos empape.
Con los años se donde se esconde: en cada beso, conversación con mis hijas, en los ojos de las personas que quiero,  escuchando una melodía, en un poema me atrapa. Quieta en la orilla del mar, dejando que me abracen las olas. Contemplando un atardecer justo en ese instante cuando la calidez gana la batalla a el resplandor.  Cuando acaricio a mis perros.  
Justo ahora en este instante la sorprendo guiando mis manos por el teclado. (Huele a Muguetto de Santa María Novella).
A lo lejos distingo una silueta inconfundible que se acerca, creo que Wislawa se equivoca, ciertos seres son capaces de poseerla siempre, yo conozco a alguno de ellos,  por eso si un día no la encuentro,  se donde buscarla.
                                                                                                                                                       Eva


jueves, 15 de noviembre de 2012

"Sentirse vivo"


 Park Hang-Ryul 


"Todavía estoy vivo, todavía tengo manos, ojos, corazón, y tengo además esta ventana, esta posibilidad de poner aquí mis palabras en este periódico, en esta quimera, y por eso, a pesar de todo, me gustaría escribir una columna sobre la esperanza, sobre la belleza y sobre la felicidad.

(...)
Podemos escribir poemas, leer poesía, leer a nuestros autores favoritos aunque leer poemas de mil páginas nos cause un vértigo de tiempo al que estamos cada vez menos acostumbrados, podemos oír música sabiendo que oír música quiere decir hacer música y transformarse en música, ejercitar el músculo del alma, alimentar ese fuego espiritual que arde en el yo. Podemos poner límites a la estúpida revolución digital, , hablar con nuestros amigos y con nuestros hijos, sentir el agua, la tierra, el viento y la lluvia.
No sé cómo explicarlo pero sé que cultivar la belleza, el placer y la felicidad va en contra del ataque salvaje que estamos sufriendo. cante, medite, dedique todo el tiempo que pueda a usted mismo, investigue en la felicidad. Practique la meditación que viene de Oriente y la vía de la melancolía que nos ha legado Occidente. Intente sentir que está vivo.
No siga las tendencias, no obedezca. Haga lo que le de la gana. Pierda el tiempo. Robe tiempo para sí mismo. Hable desde el corazón. Llore si es necesario. Haga lo necesario para sentirse vivo.
Tenga la convicción de que lo que nos hace más débiles y vulnerables es también lo que nos hace más fuertes, y que esa llama que arde en el yo, eso que nos han dicho tantas veces que es algo pueril o "romántico", cuando no "femenino" o irresponsable, debe ser algo infinitamente valioso cuando las fuerzas oscuras que nos atacan ponen tanta, tanta saña en destruirla".
Andrés Ibáñez


Extracto del artículo "Sentirse vivo", firmado por Andrés Ibáñez, publicado el 3 de noviembre en el ABC Cultural.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Lago

Sergei Lukankin -  Castillo de Chillón en lago Leman

Escuchando en la voz de Antony que se inspiró en un poema tan bello como The Lake escrito por Edgar Alan Poe en 1827, es posible que encuentres mucho mas de lo que esperabas. Les hermana una cierta identidad.  
Siento que su profunda melancolía ha viajado en el tiempo hasta llegar a la voz adecuada, esa voz que susurra y nos lleva hacia un sueño .  
 Y aquí me quedo, en este espacio sin horas, en la intimidad de un  paisaje que me estremece . Sumergida en esta canción que me transporta a lo más profundo.



Poema: The Lake- Edgar Alan Poe

martes, 13 de noviembre de 2012

Era martes 13...




El viaje

   Creía yo que mi viaje tocaba a su término, que había llegado al límite de mi reino
y de mi poderío, que el sendero se extinguía bajo mis pies como a veces el sueño en el
súbito despertar. Creía que mis provisiones de fuerza y de ensueño estaban agotadas
y que el momento había llegado de retirarme a una penumbra silenciosa.
   Pero tu voluntad, Señor, y tu amor, no tienen fin en mí. Y he aquí que cuando las viejas
palabras languidecían en mi lengua ya las nuevas melodías danzaban en mi corazón.
Y he aquí  que donde los viejos caminos se borraban, a mis pies se abría una nueva
vereda bordeada de maravillas.
Rabindranath Tagore



Imágenes: Jose Miralles

El tiempo vivido

La muerte no es nada. No cuenta. Sólo me he ido a la habitación de al lado. Nada ha ocurrido. Todo sigue tal como estaba. Yo soy yo y tú eres tú. Y la vida que vivimos juntos con tanto amor permanece intacta, inmutable. Lo que fuimos el uno para el otro seguiremos siéndolo. Llámame con el nombre de siempre. Habla de mí con la naturalidad de siempre. No cambies de tono. No adoptes un aire solemne ni triste. Ríe como siempre reíamos de los chistes que nos gustaban a los dos. Juega, sonríe, piensa en mí. Reza por mí. Deja que mi nombre sea esa palabra amiga que siempre fue. Que sea pronunciado sin esfuerzo, sin que sobre él se proyecte una sombra. La vida significa lo mismo que siempre significó. Sigue siendo lo mismo que fue. Existe una continuidad absoluta e interrumpida. ¿Qué es esta muerte, sino un accidente insignificante?
¿Tengo que estar fuera de tu pensamiento porque esté fuera de tu vista? Sólo me he ido a esperarte, durante un intervalo, a un lugar muy próximo, a la vuelta de la esquina. Todo está bien.

 Septiembre- Rosamunde Pilcher




El Buscador

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador 
Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda. 
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar..El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad
 Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. 
- No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?. 
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿ Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? …, ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.
Jorge Bucay

lunes, 12 de noviembre de 2012

Pasión por ti





"Apágame los ojos: puedo verte,
obtura mis oídos,: puedo oírte,
y hasta sin pies podré llegar a ti,
y hasta sin boca puedo conjurarte.
Quiebra mis brazos y te alcanzaré
con el corazón como con la mano,
deténme el corazón y latirá mi cerebro,
y si prendieses fuego en mi cerebro,
te llevaré en mi sangre."
De R.M.Rilke


Ese poema del Libro del Peregrinaje de Rainer María Rilke


domingo, 11 de noviembre de 2012

Un momento

"Así pues , deléitate, embelésate, entusiásmate.
Que tu alma nunca se sienta ahíta.
Que conozcas la emoción de ser poseída por el amor en un parque público
un día cualquiera de lluvia y frío.
Que te sientas amado por la Tierra."


                      John William Waterhouse (Roma, 6 de abril de 1849 - Londres, 10 de febrero de 1917)


             "No pude resistirme al animal, por lo que me agaché despacio con piñones en la palma de la mano. Caminó hacia mí y apoyó sus dos diminutas patas en mi mano durante una décima de segundo antes de tomar los frutos y alejarse corriendo unos pocos pasos para mordisquearlos. Los corazones de ambas latían con fuerza, pero yo no podía distinguir los latidos.
Sus patas eran tan delicadas, su presión tan ligera, que un estremecimiento de placer me recorrió la espalda. Al recordar este exquisito momento,  me vino a la mente la visión de las gotas en su cabeza, transparentes y sin embargo llenas con el espectro del arco iris; el frío aire primaveral contenía fragancias de lilas y tierra mojada. Pero por mis propios suspiros maravillados,  pude haber oído que la hierba crecía."


El encanto cotidiano-Sarah Ban Breathnach

viernes, 9 de noviembre de 2012

Los senderos del arte


Dicen los libros indios que dondequiera que el hombre ponga un pie, pisa siempre cien senderos.
José Ortega y Gasset








Ana Teresa Barboza, nació en Perú en 1981. Después de graduarse en Bellas Artes completó su formación en la Escuela Mod'art París y patronaje en la Escuela Sofía Cenzano. De la unión entre su gran talento y su preparación  nacen estas obras sorprendentes, donde el bordado se convierte en protagonista del lienzo.









jueves, 8 de noviembre de 2012

Ojos de gato


"Toman al soñar las nobles actitudes de grandes esfinges alojadas al fondo de las soledades, 
que parecen adormecerse en un sueño sin fin."
Charles Baudelaire 1821-1867


Julius Adam 1826-1874




                       Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Un día, un misionero, paseándose por las afueras de Nankín, se percató de que había olvidado su reloj y preguntó a un muchachito qué hora era.

    El chiquillo del Celeste Imperio dudó al principio; después, cambiando de opinión, respondió: “Voy a decírosla”. Unos instantes después reapareció llevando en brazos a un gatazo y viéndole, como se dice, a lo blanco de los ojos, afirmó sin dudar: “Aún no es pleno mediodía”. Lo que era verdad.
    
Para mí, si me inclino hacía la bella Felina, la bien nombrada, que es a la vez el honor de su sexo, el orgullo de mi corazón y el perfume de mi espíritu, ya sea de noche, ya sea de día, en plena luz o en la sombra opaca, en el fondo de sus ojos adorables veo siempre indistintamente la hora, siempre la misma, una hora vasta, solemne, grande como el espacio, sin división de minutos ni de segundos, una hora inmóvil que no está marcada en los relojes y, sin embargo, es ligera como un suspiro, rápida como una ojeada.

    Y si algún inoportuno viniera a molestarme mientras mi mirada reposa sobre ese delicioso cuadrante, si algún Genio impuro del contra-tiempo viniera a decirme: “¿Qué miras allí con tanto cuidado? ¿Qué buscas en los ojos de ese ser? ¿Ves la hora, mortal pródigo y holgazán?” Yo le respondería sin vacilar: “Si, veo la hora, y es la Eternidad”.
    ¿No es cierto, señora, que este es un madrigal verdaderamente meritorio y también tan enfático como usted misma?  En verdad he tenido tanto placer al abordar esta pretenciosa galantería que no le pido nada a cambio.

El reloj - Charles Baudelaire



De El Spleen de París. Trad. Margarita Michelana

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Llueve


Chema Madoz


Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
“Aplastamiento de las gotas”, Julio Cortázar



La música ideal para una tarde de lluvia tan hermosa como la de hoy





martes, 6 de noviembre de 2012

Lo esencial


Franz Dvorak 1862-1927



Utiliza los ojos como si mañana tuvieras que quedarte ciego...
Escucha la música de las voces, el canto de los pájaros, las poderosas notas de una orquesta, como si mañana tuvieras que quedarte sordo. Toca cada objeto como si el sentido del tacto fuera a fallarte mañana. Huele el aroma de las flores, saborea cada bocado, como si mañana no pudieras oler ni saborear otra vez. Aprovecha al máximo cada sentido, disfruta de todas las facetas del placer y de la belleza que el mundo te revela.
Helen Keller





Os recomiendo esta reflexión sobre la importancia de disfrutar del "aquí y ahora".
 Merece la pena


lunes, 5 de noviembre de 2012

"Amar después del amor"

 Boris Mijailovich Olshansky, nacido el 25 de Febrero de 1956  en Tambov,  Rusia




"Amar después del amor"

Llegará el día en que,
al regresar a casa, 
te saludarás con gran alegría,
te abrazarás ante el espejo, 
y te invitarás a sentarte y a comer.

Entonces volverás a amar al extraño que fuiste.
Dale pan, dale vino y entrega tu corazón
a ese extraño que te amó
toda tu vida y al que has ignorado 
por otro que te sabe de memoria.

Recoge las cartas de amor del escritorio,
las fotografías, las notas desesperadas
y arranca tu imagen del espejo.
Siéntate y festeja tu vida

Derek Walcott
(Premio Nobel 1992) 

domingo, 4 de noviembre de 2012

El juego de las nubes



...Llueve la luz, 
y sin aviso
ya es una ninfa fugitiva
que el ojo busca clavar viva
sobre el espacio más preciso...
Rafael Alberti



            Uno de los placeres que de vez en cuando me permito consiste en visitar una librería. Me encanta perderme entre libros, buscando el ejemplar capaz de atrapar mi atención. Es una verdadera delicia aislarme por unas horas dentro de esa paz, allí lejos del mundanal ruido,  pasear entre estantes repletos de sabiduría. Me embriagan los olores, esa mezcla de papel, tinta y cola característica de los libros nuevos, aún sin estrenar. Me trasladan a los primeros años de colegio, donde el inicio de cada nuevo curso traía siempre la emoción de los cuadernos en blanco, los lápices por estrenar, la gran importancia del bolígrafo de cuatro colores (que continua fascinándome) y tanto desconocido por descubrir.  Una mágica sensación, algo parecido a recibir un regalo,  que inevitablemente va unida a aquel  olor especial .
Una portada capta mi atención entre las demás,  la imagen de un hombre que mira el cielo,  su aspecto,  inconfundible, una típica figura de la primera mitad del siglo XIX,  una época que supongo a estas alturas, (si visitas habitualmente este blog),  habrás comprobado que me fascina,  un detalle así despierta poderosamente mi atracción,  pero la mejor parte estaba aún  por aparecer. Absorta en la belleza de sus páginas me despierta una voz conocida que pronuncia mi nombre, Vuelvo de nuevo a la superficie y compruebo que estaba lejos,  mirando el cielo, jugando con las nubes.
 Por un espacio de tiempo no he sentido las horas pasar.





Esta pequeña joya lleva por título El juego de las nubes recoge reflexiones y dibujos sobre meteorología y ciencia en general que Goethe diseñó a partir de 1820. 
Estamos acostumbrados a leer a Goethe (1749-1832) a través del Werther o el Fausto sus obras más conocidas, sin embargo, fue un gran apasionado de la ciencia, y su fascinación por ella nunca pasó desapercibida. 
 Además,  magníficas ilustraciones  de Fernando Vicente acompañan al texto donde Goethe se ocupa del estudio de las nubes y del estado de los cielos.
  




Lo verdadero, lo idéntico a los dioses, no se puede reconocer jamás directamente, sólo lo vemos en su reflejo, en su modelo, en su símbolo, en manifestaciones aisladas y relacionadas con ello; nos percatamos de su existencia como de la de una vida que nos resulta incomprensible y no podemos, por tanto, renunciar al deseo de comprenderlo a pesar de todo.
Goethe






Una oportunidad única de observar el cielo con los ojos de un genio…




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