viernes, 27 de abril de 2012

Héroes

Esperanza. G.F. Watts (1818-1904)
          
      Era la hora ideal para pasear por la ciudad, una ciudad tan brillante como Valencia, en una tarde de primavera y unas bien merecidas horas de libertad aventurera para volar a mi aire. Esta vez parecía no haber olvidado nada, hasta elegí la lectura para el trayecto y el calzado más cómodo que encontré.  
Como es habitual en estos trenes de cercanías en las horas puntas del día, es cuestión de suerte encontrar un asiento libre. Ocupada en mis pensamientos me senté y, envuelta en mi distracción habitual, no presté demasiada atención a las demás personas que ocupaban los asientos contiguos; personas que, como yo, se dirigían a la ciudad, pero hasta esa suerte me acompañó.  
      El tren se puso en marcha nuevamente y yo saqué el libro de mi bolso mientras la estación se alejaba. Gracias a la compañía de Cortázar la cadencia del viaje se transformó en un instante fugaz. Apenas advertí las estaciones en las que se detuvo. Cuando por fin llegó a su destino, comencé a guardar el libro en el bolso y volví a colocarme la chaqueta. Fue entonces la primera vez que reparé en él , en aquel joven que había viajado a mi lado. No porque su aspecto fuera distinto al de los demás: peinado habitual, vaqueros caídos, deportivas, mochila... Al apartarme para darle paso, mientras buscaba mi billete, me detuve en su imagen. No pude cruzar mi mirada con la suya porque sus ojos eran lo único que lo diferenciaba de todos los que estábamos allí intentando salir con cierto orden de aquel repleto vagón.  
     Con un sutil movimiento transformó la diminuta pieza blanca que llevaba engarzada a su mano y ese extraño artilugio rápidamente tomó forma de bastón. Seguí sus movimientos desde mi sitio y, cuando comencé a encontrar algo de claridad en la puerta de salida, me dispuse a apearme al andén justo detrás de él. No era la primera vez que veía a una persona ciega; pero confieso que sí era la primera que ese invidente era alguien tan joven. Curiosamente no lo acompañaba nadie, es más, me atreví a elucubrar (por la edad que representaba) que estaba aprendiendo a valerse por sí mismo sin depender de nadie. Sin duda, era una de sus primeras experiencias de “volar en soledad".  
     Comenzó a seguir su bastón marfil, que parecía llevarle cómo una fina cuerda que tirara de él. Andaba por la línea de relieves que se dibuja en paralelo a las vías del tren y en la que yo no había reparado hasta ese momento. Ahora entendía su verdadera importancia: le indicaba la dirección hacía la salida.  
     Se movía con timidez en medio de la multitud. Personas de todas razas y edades pasaban por su lado apresuradas en todas direcciones, entre los olores y los sonidos de la gran ciudad. Le observé entonces detenidamente dentro de esa oscuridad donde viajaba, y sentí que un héroe se abría paso dentro de aquella estación. Además, curiosamente, a mí me devolvía a una realidad un tanto extraña. A veces las cosas son así... 
"Prioridades –pensé- sin duda este muchacho sabe mucho de prioridades”. Para él la tarea más importante del día consiste únicamente en "llegar", atravesar las incontables barreras que le separan de la libertad. Los "afortunados" que no tenemos esas barreras, construimos otras imaginarias mucho más altas y mucho más difíciles de superar (un auténtico delito). Por eso me detengo unos instantes y observo algo parecido a otra dimensión: un joven que llega hasta una pared de acero frío, no encuentra la salida que está tan cerca y a su lado todos la atraviesan sin dificultad, mientras contestan sus mensajes de móvil, hablan distraídos y acelerados. Él -con lentitud- intenta descubrir ese tesoro que le conducirá a su independencia. Necesita tomarse su tiempo, es verdaderamente difícil imaginar cómo ha podido llegar solo hasta aquí y mucho más entre el bullicio de esta abarrotada estación que distorsiona la concentración necesaria para orientarse; pero no pierde la calma, todo es cuestión de aplicar en este momento lo aprendido hasta ahora. Su mano y su bastón sustituyen a sus ojos, todavía no ha encontrado el fino orificio por el que debe introducir su billete para salir de la estación, le separa una distancia de unos pocos metros. Después de dudar sobre la conveniencia de acercarme, mi instinto maternal me lleva directamente hacia su mano, que sin duda está educada para no ofrecer resistencia. La noto extraordinariamente delicada, la dirijo con decisión hacia su objetivo, intentando que compruebe con el tacto el recorrido que le separa.  
Reparo en que aún queda un obstáculo: la incorrecta posición del billete. Elige diversas opciones, le da la vuelta suavemente y por fin la puerta se abre, lo recoge y atraviesa la barra. Llega mi turno. Cuando paso junto a él, se dirige a mí para agradecerme la ayuda; pero para mi sorpresa descubro que soy yo la agradecida, con una sonrisa así mis problemas cotidianos comienzan  a convertirse en insignificantes… hasta llegar a desvanecerse completamente, ahora sólo siento admiración. 
       ¡Qué orgullosos -pienso- se sentirían sus padres si hubieran contemplado esta escena! No hay duda de que este joven es un hombre valiente, capaz de enfrentarse a la vida. Me alejo yo hacia la mía.  
Sin duda  me espera una nueva tarde ahora mucho más hermosa, porque me he encontrado con un ángel, y yo en mi ignorancia, había sentido compasión al verlo. Ahora entiendo que, extrañamente, a este rostro de mirada ausente le sobra luz.  
Él también llegaba a la ciudad, pero su viaje era mucho más excepcional que el mío: venía andando sobre las nubes de la imaginación y estaba cumpliendo su sueño, por eso tenía la satisfacción reflejada en su rostro emocionado y la sonrisa más intensa que yo había visto en una persona de esa edad.  
      Sin duda, en mis momentos de ceguera, su recuerdo me servirá de faro...
Texto: Eva Ferrer


Mi querida ELISA sé tu sueño... porque tu fuerza es infinita. Con todo mi amor, ¡Felicidades!

6 comentarios:

  1. Que hermoso relato.
    De alguna manera todos tenemos algún tipo de discapacidad. En unos es evidente a primera vista, mientras en otros "pasa piola".

    Tengo la esperanza de que llegará el día cuando todos tendremos esa sensibilidad y esa consideración por el otro, como un legítimo otro, y entonces nuestra sociedad será mucho más inclusiva, mucho más generosa y mucho más humana.

    Feliz fin de semana, amiga

    ResponderEliminar
  2. "On ne voit bien qu´avec le coeur. L´essentiel est invisible pour les yeux." Estás hecha toda una "Principita" ;)
    Los faros están siempre ahí, iluminando. Lo extraño es que sólo unos cuantos seres humanos, como tú, sepan verlos. Los demás andan por la vida mucho más ciegos que el "héroe" de tu relato.

    ResponderEliminar
  3. Es un orgullo para mí ser tu hermano. Te quiero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Que alegría encontrar estos mensajes al regresar a casa! Me gustaría responderlos en el orden que me llegaron ,así que comenzaré por mi querida Clarissa:
      Que agradable recibir tus palabras que siempre dejan un aire lleno de claridad y son un empujoncito maravilloso para mi ánimo. Nunca sabes dónde puedes encontrar ciertas cosas, no olvides que: "La esperanza nació ciega"
      Me gustaría también añadir estas palabras que Borges pronunció en una conferencia sobre la ceguera.
      "El mundo del ciego no es la noche que la gente supone. En todo caso estoy hablando en mi nombre, en nombre de mi padre y de mi abuela que murieron ciegos, sonrientes y valerosos, y yo sólo espero poder morir así."
      Un fuerte abrazo, querida amiga.

      Eliminar
    2. Vuelvo a recibir la visita de mi sirena favorita, que sube a la superficie y me regala su canto y su encanto natural. Le suplico que no se sumerja demasiado tiempo en los fondos abismales. A los que nos fascina tanto el mar, y recolectamos conchas en la arena necesitamos los tesoros que nos rescata, y deposita en las orillas del alma.
      Estoy desando que llegue el día 29 para acudir a educarme en arte y gastronomía, ¿Quien puede resistir a esa tentadora invitación? Hasta pronto.
      (Que pena que Clarissa viva tan lejos de valencia )

      Eliminar
    3. Querido hermano, me alegra tanto verte por aquí, y que te guste lo que encuentras y ese hermoso piropo alentador.
      Gracias por la magnifica cena de ayer y por el regalo de Elisa que fue especial para compartir momentos maravillosos vividos. Ahora a soñar con lo que vendrá. Tu sabes que yo también te quiero.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...