martes, 7 de mayo de 2013

Un sueño de piedra


"Soy hermosa, ¡oh, mortales! cual un sueño de piedra,
y mi pecho, en el que cada uno se ha magullado a su vez,
está hecho para inspirar al poeta un amor
eterno y mudo así como la materia.

Tengo mi trono en el azar cual una esfinge incomprendida;
uno un corazón de nieve a la blancura de los cisnes;
aborrezco el movimiento que desplaza las líneas,
y jamás lloro y jamás río.

Los poetas, ante mis ampulosas actitudes,
que parezco copiar de los más altivos monumentos,
consumirán sus días en austeros estudios;

Porque tengo, para fascinar a esos dóciles amantes,
Puros espejos que toman las cosas más bellas:
¡Mis ojos, mis grandes ojos, los de los fulgores eternos!

Baudelaire (La belleza)



Antonia Ferrer


Antonia Ferrer


Pigmalión, rey de Chipre, no encuentra mujer lo suficientemente perfecta para despertar su amor. Desesperado, decide abandonar su búsqueda y, a través de la escultura, crear a la mujer de sus sueños, la belleza perfecta. Y creó a Galatea, y tanto le complació su obra que se enamoró. Así lo cuenta Ovidio en Las metamorfosis; "Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos." La diosa Afrodita se conmovió ante la pasión que la estatua había despertado en el escultor, y concedió la vida a Galatea."


Fragmento extraido de El incordio del amor  de Sol Pau

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