lunes, 29 de junio de 2020

Renacimiento

Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día cayó dentro y murió ahogado. En ese lugar nació una flor, a la que llamaron "Narciso"...

Cuando Narciso murió, llegaron las Oréades (diosas del bosque) y vieron al lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántaro de lágrimas saladas.

-¿Por qué lloras? Le preguntaron las Oréades. 

-Lloro por Narciso. Respondió el lago.

-¡Ah! ¡No nos asombra que llores por Narciso! -Prosiguieron ellas- Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.

-¿Pero Narciso era bello? Preguntó el lago.

-¡Quién si no tú podría saberlo! -Respondieron sorprendidas las Oréades- En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días.

El lago permaneció en silencio unos instantes. Y finalmente dijo: 

-Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que fuera bello. Lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mis márgenes yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada.

Oscar Wilde


"Un ojo ve, el otro siente."

Paul Klee


Algunas veces la vida te detiene. Hace justo un año que fui yo la elegida. 

Desde siempre, y más en estos días trágicos en que todavía vivimos experiencias de este tipo, y mucho más graves que se han cruzado en la mayoría de las personas. Con sinceridad, nunca esperé pasar por algo semejante, pero sólo con el tiempo, cuando se ha apagado el ruido y todo ha vuelto a la normalidad me encuentro preparada para reflexionar, entender y compartir.


Max ya tenía dueña mucho antes de nacer, Jorge se había comprometido con una compañera de trabajo y ella (amante de los animales) lo esperaba con los brazos abiertos. Como sucede en algunas culturas ancestrales con los matrimonios concertados.

Nosotros incumplimos esa promesa. Una conexión demasiado valiosa había surgido de la nada y sin esperarla, se presentó como ocurre con las mejores cosas de la vida. Era un mensaje tan evidente que era imposible no escucharlo.


Mis manos ayudaron a venir a este mundo a un pequeño cuerpecito que al contrario que sus hermanitos, quedó atrapado al nacer. Seguramente por la pasión excesiva con la que llegaba a esta vida.

Soplé en su diminuta boca para inflar sus pulmones de aire, y como ocurre en algún cuento,  sus ojos se abrieron atravesando los míos y creando un vínculo mágico e indestructible. Sus pequeñas patas se apoyaron en mí con la familiaridad de haberlo hecho toda la eternidad. Su naturaleza le hacía único entre millones. Salvaje e imposible de domesticar. Un corazón con capacidad para amar hasta el infinito, sufrir los dramas más intensos con nuestras ausencias y las demostraciones de amor más efusivas y felices con nuestros regresos. Tanta sinceridad y pureza lo convirtió por méritos propios en un miembro destacado e imprescindible de nuestro hogar y en nuestra vida para siempre. Había aprendido el lenguaje universal de la sonrisa y verlo sonreír superaba cualquier experiencia extraordinaria.






Ese ser único que nos regaló historias inolvidables, se puso malito una noche terrible de mayo y aunque lo llevamos con urgencia a la clínica de guardia, no pudieron hacer nada por él. Se despidió con un beso y se fue llevándose su alegría y sus largas uñas imposibles de cortar. Aunque yo no lo podía creer, desapareció como el paisaje en la noche, dejando el hogar en silencio después de muchos años.

Fue una perdida tan inesperada y dolorosa que nos sumió en una tristeza muy difícil de describir. El cielo me pesaba y un llanto torrencial, imposible de contener llegó para quedarse. Así pasé los días siguientes. Sumida en un mar de lágrimas. 


Morí por dentro aquella noche. Estaba tan lejos de mi cuerpo y lloré con tanto desconsuelo, que en la mañana del lunes cuando por la mañana sequé mi rostro después de lavarme, percibí que mi ojo izquierdo no tenía visión.  La bruma había cubierto la mitad de mi Amazonia particular, transformando por completo mi paisaje.





Mi espíritu en aquel momento tan vencido solo fui capaz de avisar a Jorge, ni me puse alerta. Si lo hizo el oftalmólogo después de una minuciosa revisión, el diagnóstico era claro, un desprendimiento de retina.

Nunca con anterioridad, había padecido problemas graves de salud, pero esta vez, por la urgencia con la que todo se dispuso para la operación indicaba que un me enfrentaba a un verdadero obstáculo. Estaba en juego el futuro de mi visión.

Siempre he pensado que muchas de las enfermedades están directamente relacionadas con las emociones. Yo que siempre tuve miedo de las agujas, la sangre, y en un sitio tan sensible como el ojo. Pero ese día no sentía temor porque habitaba en otro lugar. Vivía dentro de una irrealidad.
 Cuando me anestesiaron me aferré  a sus pequeñas patas que no se separaron de mí hasta que no terminó todo, y comenzó el largo camino de la recuperación.

Para quién no lo conozca, entre los que yo me incluía hasta ese momento, el postoperatorio de una vitrectomía no es nada corriente. La cabeza está condenada a permanecer en una incómoda posición hacia abajo durante el período aproximado de un mes. Y así comencé un largo mes de oscuridad, recuperación y duelo. Por fortuna el ojo derecho se conservaba en perfecto estado y me mantenía en contacto aunque de forma extraña con el mundo.


Yo estaba profundamente enamorada, y lo continúo estando, de esos ojos que me hablaban siempre de amor y de esa alegría mágica que reinaba siempre en nuestro hogar. Pero el viento cambió de golpe una noche y esa mirada desapareció. Y yo temía que ya nada sería igual.
Le di muchas vueltas a mis pensamientos. Viví sensaciones muy ajenas a mí. Confusión, silencio, miedo. Mi futuro se transformó en algo incierto y frágil.

 Nadie me garantizaba cuánta visión recuperaría después de aquel mes. 
Sentía como si alguien hubiese arrojado una bomba en mitad de nuestra hermosa vida y necesitaríamos  mucho tiempo para reconstruir lo que teníamos.
Con los días comencé a darme cuenta de que ese periodo de reposo era absolutamente necesario para  sanar mis heridas, las físicas y la del alma. Empecé por prestar mucha más atención a lo que me rodeaba . A apreciar el verdadero valor de lo que me sostiene. La historia de amor tan extraordinaria donde siempre he vivido. Jorge y mis hijas, que sufrieron tanto por Max y por mí, y me apoyaron con todos los cuidados. Mi familia que lo padeció con su preocupación e impotencia, y la dulzura y tranquilidad de Nerón que no se  separó de mi lado desde ese largo verano, en todos y cada uno de ellos encontré siempre  un "Estoy aquí". Gracias a todos y cada uno de ellos se fue tejiendo día a día de nuevo la  capacidad de resiliencia que siempre me ha salvado en mitad de la adversidad.

En pocos días adentrándome en la oscuridad me vi más que nunca a mí misma . Encontré que hasta ahí, en esa noche tan larga, residía una belleza inexplicable. Con los ojos cerrados me aventuré en las profundidades del espacio, viajé por galaxias, estrellas y nebulosas de colores fascinantes, donde nunca antes había estado. Mi imaginación reunió y disfrutó de recuerdos visuales que sirvieron de medicina.

Después de muchos sueños llenos de mensajes y un tiempo necesario, dije adiós por primera vez a la tristeza. Entendí que la existencia no es eterna pero sí el amor.
Max se fue de este mundo muy amado y regaló amor para toda la eternidad. Hay que vencer la melancolía y convertirla en fortaleza. No se puede conquistar aquello a lo que no eres capaz de enfrentarte.

Mi ojo fue recuperando la visión, ahora lo quiero mucho más, es otro campeón y como dice mi maravilloso oftalmólogo,"milagrosamente". Ahora con mi vista recuperada va de la mano también mi espíritu.

Mis sueños a los que hago tanto caso me indican que todo va a estar bien. En un sueño veo una mariposa. Al despertarme busco el significado. La muerte necesita respuestas y yo en aquel momento no las encontraba.

Ahora me contesta:
"Por varios siglos, para las religiones antiguas la mariposa es la metáfora perfecta que personifica la resurrección y la vida eterna. Su increíble habilidad de transformarse se asocia con la vida mas allá de la muerte, ya que ellas resurgen después de haber estado encerradas en sus crisálidas por un largo tiempo. Su apariencia vivaz y perfecta es un emblema al nacimiento de la valentía y una conexión con el punto álgido de la existencia".

Mensaje recibido.


En mi corazón viven hoy algunos de mis amores, ahora ya puedo hablar de ellos porque ha regresado la paz. Alguna noche tengo la fortuna de recibir alguna visita. El amor es capaz de atravesar océanos de tiempo y espacio, y manifestarse de muchas formas y maneras. Sólo hay que estar atenta a las señales y sintonizar.

Una pista
Mi mirada sigue esta tarde  la evolución de las nubes en el cielo y el vuelo de una bandada de pájaros que regresan a sus árboles en la espectacular puesta de sol de este nuevo verano, y yo sólo siento un enorme agradecimiento. La oscuridad me ha hecho apreciar mucho más la vista. Ahora mis ojos admiran y abrazan la vida como nunca.

2 comentarios:

  1. Querida Eva, yo también creo que la salud y las emociones están íntimamente relaccionadas. Me alegro que tanto tu ojo como tu corazón se hayan recuperado. Es cierto que en este mundo nuestro parar a veces parece imposible, que pensamos que el mundo no podrá seguir girando sin nuestro impulso, pero la vida se encarga de mandarnos avisos y debemos prestar atención.
    En cuanto a tu pequeño Max, qué suerte haber disfrutado de su existencia, asistir a su primer aliento y también al último, y entre uno y otro la aventura de su apasionada vida.
    Espero que sigas mirando la vida con ese prisma especial que ahora tiene un nuevo valor y que vengas a compartirla con nosotros.

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  2. Muchas gracias querida amiga. Nuevas lecciones de las que aprender y mucho más respeto, si cabe, por la vida. Disfruta de cada momento con Liri. Seguro que convertirá tus días en mucho más especiales. Un fuerte abrazo.

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