Después de todo, queda el recuerdo de los lugares y de sus nombres;
de los cuartos orientados a poniente
donde las imágenes del río nunca se repiten en las ventanas
y todo está permitido sobre la cama.
Al fondo, había un armario de madera con espejo
donde nuestras ropas intercambiaban su perfume
para que los días se vistieran siempre mejor.
Y, sobre la cómoda, en un espejo más antiguo,
la tarde reflejaba algunas de las alegrías de la infancia.
No era el cuarto de ninguno de nosotros,
pero a él regresábamos siempre con la prisa
de quien ansía los olores calientes y antiguos
de la casa conocida; como quién espera ser aguardado.
Presentí, sin embargo, que no era yo a quien aguardabas:
una noche, te pedí una manta más en vez de un abrazo.
María do Rosario Pedreira
¡Que belleza!
ResponderEliminarLa poesía se desliza por los sentimientos más íntimos; pero lo hace con calma, con sencillez, sin alardes ni aspavientos.
Un abrazo, querida amiga.
Aquí está mi chica, llena de sentimientos y capaz de sentir. Tú si que sabes ver. María do Rosario Pedreira me gusta por su sencillez y profundidad, por su poesía asequible, tierna, tranquila con momentos espectaculares.
EliminarUn fuerte abrazo, amiga.