lunes, 31 de agosto de 2015

El cuento no acaba

 Cada historia que se acerca a nosotros a través de un cuento,
una novela, una película, una canción, una imagen, no lo hace de forma casual.
  Así es como la vida juega cada día con nosotros.
 Poniendo a nuestro alcance guijarros en el camino.
 Algunas veces son grandes rocas, que por su evidencia  y enorme tamaño nos golpean con fuerza antes de que les prestemos atención. 
Otras tan finas y dispersas que imprimimos nuestra huella y con el tiempo nos habituamos y llegamos a confundirlas con arenilla del camino.
 Unas pocas aparecen cuando menos las esperas,
 son las más escasas y quizá por su poca prodigalidad sorprenden y sobrecogen como el brillo de piedras preciosas .
 Puede que sea la mejor forma de hacernos reaccionar,
 invitándonos a no detener nuestros pasos y participar de formas distintas en nuestro propio viaje.
 Es necesario seguir el rastro de cada una y reflexionar con cada encuentro, y persistir en el juego.
 Yo por mi parte sigo dispuesta seguir soñando cada día en algo más allá de lo evidente.
 Hay tantos detalles que se revelan a nuestro alcance.  
  

Homer Winslow 1836 -1910


Ábrete Sésamo

Sonreía Sherezade
y sus dientes,
como filas de perlas
como blanco granizo
como flores centelleaban al sol.
Por la grandeza de Alá
y en su boca
las más bellas fábulas
cobraban vida 
para el Rey.
Comenzó así,
la bella a relatar de
Alí Babá y los cuarenta ladrones
Ábrete Sésamo,
Alí Babá había seguido a escondidas
como una sombra,
a una banda de ladrones.
Caminaban por el bosque en fila india,
llegaron a la entrada de una gran caverna
escondida entre los arbustos
cuando su jefe, imperioso, ordenó:
"Sésamo, ábrete".
La roca giró sobre su eje
y como una puerta, se abrió.
Monedas de oro, piedras preciosas,
 sables centelleantes
 y alfombras de Bujara.
Orzas de vino preciado
vasos llenos de luces lunares
que iluminaban todo para placer de los ojos.
Cuando los ladrones huyeron al galope
y ya estaban muy lejos
Alí Babá se armó de valor.
Palpitaba su corazón como mil caballos,
asustado y temblando repitió la fórmula mágica:
"Sésamo, ábrete"
La roca giró sobre su eje,
u como una puerta se abrió.
En tal punto, ya de día Sherezade se detuvo
y el cuento se acabó.

Franco Battiato



1 comentario:

  1. Tal vez sean necesarias esas piedras para que reaccionemos y no quedemos amodorrados.
    Cariños

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