domingo, 5 de febrero de 2012

Belleza en estado puro


Roberto Dutesco nació en Bucarest (Rumanía), donde estudió pintura, dibujo y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Su familia se mudó a Canadá en 1.981, allí aumentarán  sus conocimientos sobre fotografía en el instituto Dawson de Montreal  y a partir de ese momento se convertirá en su verdadera pasión.

Trabajará como fotógrafo de moda para Vogue, Vanity Fair y Elle donde viajará por más de cincuenta países, buscando siempre y en cada lugar la imagen perfecta, aquella capaz de captar la belleza y esencia natural del entorno. En 1.994 emprende el proyecto más importante de su carrera, y por el que será reconocido mundialmente.  


Viaja a La Isla de Sable, situada a 180 Km al sudeste de Canadá, en el Atlántico Norte (frente al puerto de Halifax - Nueva Escócia), con un permiso especial del gobierno canadiense para filmar los caballos salvajes que la habitan (únicos mamíferos terrestres).


Los caballos han sobrevivido desde que llegaron a la isla en el año 1.700 junto a los primeros exploradores y a pesar de la dureza del clima, sin un solo árbol donde cobijarse, superan en la actualidad más de 400 ejemplares y viven en total libertad.


Ese mismo verano Dutesco llega a la isla, pasa muchas horas observando el comportamiento de los animales y admirando la hermosura de sus movimientos.  Esta aventura en solitario tuvo sus momentos duros, una noche volviendo al campamento, después de pasar el día filmando, cayó en arenas movedizas  de donde estuvo intentando salir con mucha dificultad. Cuando por fin lo consiguió, todavía con el esfuerzo en el cuerpo, una pequeña manada de unos diez caballos se le acercaron y rodearon. El fotógrafo, sintió el temor natural ante los animales "salvajes" y quedó inmovil en el suelo, entonces  los equinos comenzaron a respirar junto a él, calentando el aire con la única intención de reconfortarle y demostrarle su comprensión y apoyo. Estaba a salvo, entre amigos, no había nada que temer. Este momento mágico permanecerá para siempre en su memoria.


 Los que compartimos nuestra vida con animales, conocemos muy bien esa emoció tan especial que nace cuando percibes su mensaje sólo con la mirada. Roberto Dutesco perseguía un sueño: quería mostrarle al mundo la belleza animal,  pero lo que verdaderamente capturó fue la inmensa belleza de su alma.







  

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