sábado, 30 de junio de 2012

Incendio en Valencia




Ayer antes de anochecer subí a la terraza a contemplar una vez más la belleza del crepúsculo. La luz era distinta, el horizonte aparecía encendido, cargado, espeso,  como en el último palpitar de la naturaleza, envuelto en un resplandor extraño, sin duda la luz que debe predecir las catástrofes de la tierra.
La adversidad y el azar visitan esta vez el interior de Valencia,  municipios rodeados del encanto originario  de una frondosa vegetación, donde ahora la gente debe abandonar sus hogares y sus tierras, en mitad del humo y las llamas, con el temor a perder todo lo que han conseguido, el desconsuelo y la incertidumbre.
El fuego en Valencia deja de ser objeto de fiesta y adoración y se convierte en un poderoso enemigo, implacable, que avanza como un gigante hambriento, devorando voraz inocentes e indefensos árboles cargados de historias y vida, refugio de tantos animalitos.
Regreso al interior de mi casa con intención de cerrar las ventanas.  El viento cómplice , esparce las cenizas que ahora cubren todo.  Árboles convertidos en polvo volátil  que se dispersa y termina depositándose  sobre tejados y calles, lejos de sus raices. Mis plantas envueltas en una fina capa sombría.  
Los habitantes de los pueblos vecinos aparecen en las noticias desolados, desubicados, preguntándose: ¿Qué encontraran cuando regresen a sus casas? Siento impotencia  y una gran tristeza por ellos.
Al cerrar la última ventana recorro con los dedos las partículas de ceniza y pienso en el árbol que fue .

Texto: Eva Ferrer

viernes, 29 de junio de 2012

Tarde de verano

Mientras soportamos temperaturas que acarician los cuarenta grados, refresquemos el ambiente. Os invito por un instante a recorrer las viejas calles de Estambul en una tarde de frío invierno, de la mano de Orhan Pamuk.   Contemplemos la belleza de la imagen a través de la mirada del mítico fotógrafo Ara Güler, mientras sorbemos lentamente en una pajita una horchata granizada.  Es aconsejable añadir la compañía del aire acondicionado.

Ara Guler
 "Viví el Estambul de mi infancia como las fotografías en blanco y negro, como un lugar en dos colores, oscuro y plomizo, y es así como lo recuerdo. Eso se debe en parte a que, a pesar de haber crecido en la penumbra triste de una casa-museo, era muy aficionado a los espacios interiores. Las calles, las avenidas y los barrios lejanos me parecían, como en las películas de gánsteres en blanco y negro, lugares peligrosos. Siempre me ha gustado más el invierno que el verano en Estambul. Me gustan las noches que llegan temprano, los árboles sin hojas temblando al viento del nordeste, contemplar a la gente volviendo a casa a toda velocidad por los callejones con sus abrigos y chaquetas oscuras en los días que unen el otoño y el invierno. Los muros de los viejos edificios de pisos y de las mansiones de madera derruidas alcanzan, gracias a la falta de cuidados y de pintura, un color específico de Estambul y despiertan en mí una amargura y una apetencia por la observación que me agradan mucho. El blanco y negro de la gente que regresa a casa las tardes de invierno después de que caiga la oscuridad prematura despierta en mí la sensación de que pertenezco a esta ciudad, de que comparto algo con ellos. Siento como si la oscuridad de la noche fuera a cubrir la pobreza de la vida, las calles y los objetos y que, mientras respiramos tranquilos por fin en casa, en nuestros cuartos, en nuestras camas, nos entregaremos a sueños y fantasías hechos de las antiguas riquezas, las construcciones desaparecidas y las leyendas de ese Estambul ahora tan lejos."
                                                                                                                       
                                                                                                                  Estambul, de Orhan Pamuk

Texto:Ferit Orhan Pamuk (Estambul, 7 de junio de 1952 escritor turco, Premio Nobel de Literatura 

jueves, 28 de junio de 2012

De qué color ve usted las cosas.


Bocas del Tiempo 
En algún lugar del tiempo, más allá del tiempo, el mundo era gris. Gracias a los indios Ishir, que robaron los colores a los dioses, ahora el mundo resplandece; y los colores del mundo arden en los ojos que los miran.
Ticio Escobar acompañó a un equipo de la televisión, que viajó al Chaco, desde muy lejos, para filmar escenas de la vida cotidiana de los Ishir.
Una niña indígena perseguía al director del equipo, silenciosa sombra pegada a su cuerpo, y lo miraba fijo a la cara, de muy cerca, como queriendo meterse en sus raros ojos azules.
El director recurrió a los buenos oficios de Ticio, que conocía a la niña y entendía su lengua. 

Ella confesó:
–Yo quiero saber de qué color ve usted las cosas.
–Del mismo que tú –sonrió el director.

¿Y cómo sabe usted de qué color veo yo las cosas?

Eduardo Galeano


Nataliya Stanichnova


miércoles, 27 de junio de 2012

Una luna para María José

Mientras el partido de España-Portugal llega a la tanda de penaltis y  la península  contiene la respiración,  en una noche de calor sofocante,  recibo un  mensaje de mi adorada amiga María José.  Sonrío y dirijo mi atención al cielo para no ver el desenlace,  allí una fascinante luna me acoge. ¡ Goooooool... de Fábregas!
España vuelve a semifinales.
Esta luna para mi María José.



Greg Mort

La luna se puede tomar a cucharadas 
o como una cápsula cada dos horas. 
Es buena como hipnótico y sedante 

y también alivia 
a los que se han intoxicado de filosofía. 
Un pedazo de luna en el bolsillo 
es mejor amuleto que la pata de conejo: 
sirve para encontrar a quien se ama, 
para ser rico sin que lo sepa nadie 
y para alejar a los médicos y las clínicas. 
Se puede dar de postre a los niños 
cuando no se han dormido, 
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos 
ayudan a bien morir. 

Pon una hoja tierna de la luna 
debajo de tu almohada 
y mirarás lo que quieras ver. 
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna 
para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna 
a los presos y a los desencantados. 
Para los condenados a muerte 
y para los condenados a vida 
no hay mejor estimulante que la luna 
en dosis precisas y controladas.


La luna
Jaime Sabines

Arte en papel


 Esculturas-libro de Su Blackwell.












































http://sublackwell.blogspot.com.es/

martes, 26 de junio de 2012

Cartas desde el Toruño

Hoy es un día verdaderamente especial para mí, de esos días donde reside el tesoro que estás buscando, ha llegado abundante,  por sorpresa,  cargado de emociones y agradecimientos.
 En mi correo de la mañana,  mensajes  de felicitación de personas entrañables que me regalan cada día su tiempo y su amistad con generosidad, entre ellos, mis tres hermanos. Su presencia, su firme lealtad, su apoyo constante en mi vida son una de mis mayores bendiciones, el lugar al que pertenezco. Si alguien ha dicho alguna vez que las personas son insustituibles, debería conocer a mis hermanos.


"En lo que a mí respecta, yo no sé de otra cosa más que de milagros"
                                                                                  Walt Whitman


Elogios para mi hermana
Wislawa Szymborska

Mi hermana no escribe poemas
y es improbable que de pronto se ponga a escribir poemas.
Le viene de mi madre, que no escribió poemas,
y de su padre, que tampoco escribió poemas.
Me siento a salvo bajo el techo de mi hermana:
nada pondrá al esposo de mi hermana a escribir poemas.
Y aunque la cosa suena a poema de Adam Macedonski,
a ninguno de mis parientes le da por escribir poemas.

En el escritorio de mi hermana no hay poemas viejos
ni poemas nuevos en su bolsa.
Y cuando mi hermana me invita a comer,
sé que no es con la intención de leerme poemas.
Cocina sopas soberbias con facilidad,
y su café no se derrama sobre manuscritos.

En muchas familias nadie escribe poemas,
pero cuando no es así, rara vez es uno solo.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
lo cual instala temibles remolinos en las relaciones familiares.

Mi hermana cultiva una decente prosa hablada,
toda su producción literaria está en tarjetas postales
que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
nos va a contar todo,
todo,
todo.

(Poesía no completa, de Wislawa Szymborska
Edición y Traducción: Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia)




                                 A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones...


Siempre serás feliz.  Como papá, llevas la alegría dentro y, también como él, el don y el privilegio de contagiarla. Estaría muy orgulloso de leerte.

       Hay quienes  buscan la felicidad en cosas externas; tú, desde muy pequeña, intuiste que estaba adentro;  aunque no tuviste que esforzarte demasiado porque surgía de ti.

      ¿Sabes?, Laura dice que su padre y tú sois las mejores personas que conoce? No puedo sentir celos… me envuelvo de maravillas.

      Gracias por regalarnos estas sencillas pero insuperables lecciones de vida, estos lienzos pintados con palabras. No te detengas. Te necesitamos.
 Ah! …  y mi cisne, en unas pocas ocasiones, también fue tuyo… ¿no?
                                           Pepita.



Muchos momentos de felicidad, de risas, inolvidables, de esos que quedan bien impresos en el corazón y que ahora gracias a ti recordamos,  para las personas que más queremos. Afortunadamente aún estarás presente en nuestra próxima historia  en este hermoso espectáculo celeste que se prolonga.
                                         
                                        Antone



Leyéndote uno recupera la memoria, no sólo de lo vivido sino de todo lo que está por vivir. Por eso creo que es sano leerte. Yo, además, como lo disfruto cual soplo de aire fresco, siempre espero más.

P.D.: Quienes siempre supimos que eras buena aún no sabíamos lo buena que eras.
                                       Toni



Collage y Texto: Eva
Poema: Wislawa Szymborska
Si quieres conocer  la biografía y obra de  pulsa aquí : http://amediavoz.com/szymborska.htm

lunes, 25 de junio de 2012

VENTANA SOBRE LA PALABRA

                                        I
  Los cuentacuentos, los cantacuentos, sólo pueden contar mientras la nieve cae. Así manda la tradición. Los indios del norte de América tienen mucho cuidado con este asunto de los cuentos. Dicen que cuando los cuentos suenan, las plantas no se ocupan de crecer y los pájaros olvidan la comida de sus hijos


II
           En Haití, no se pueden contar cuentos durante el día. Quien cuenta de día, merece la desgracia: la montaña le arrojará una pedrada a la cabeza, su madre sólo podrá caminar en cuatro patas.
          Los cuentos se cuentan en la noche, porque en la noche vive lo sagrado, y quien sabe contar cuenta sabiendo que el nombre es la cosa que el nombre nombra.





III
           En lengua guaraní, ñe’~e; significa “palabra” y también significa “alma”.
Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma.


IV
          Magda Lemonnier recorta palabras de los diarios, palabras de todos los tamaños, y las guarda en cajas. En caja roja guarda las palabras furiosas. En caja verde, las palabras amantes. En caja azul, las neutrales. En caja amarilla, las tristes. Y en caja transparente guarda las palabras que tienen magia.
          A veces, ella abre las cajas y las pone boca abajo sobre la mesa, para que las palabras se mezclen como quieran. Entonces, las palabras le cuentan lo que ocurre y le anuncian lo que ocurrir



V
          Javier Villafañe busca en vano la palabra que se le escapó justo cuando iba a decirla. ¿Adónde se habrá ido esa palabra que tenía en la punta de la lengua?
          ¿Habrá algún lugar donde se juntan las palabras que no quisieron quedarse? ¿Un reino de las palabras perdidas? Las palabras que se te fueron, ¿dónde te están esperando?


 Texto de Las palabras andantes. Eduardo Galeano.

Imagenes:Hina Aoyama, el arte de las tijeras
http://www.hinaaoyama.com/cv-en.htmI

viernes, 22 de junio de 2012

El Toruño


“«Como todas las tardes, la barca-correo anunció su llegada al Palmar con varios toques de bocina. El barquero (…) iba de puerta en puerta recibiendo encargos para Valencia, y al llegar a los espacios abiertos en la única calle del pueblo, soplaba de nuevo la bocina para avisar su presencia a las barracas desparramadas en el borde del canal. Una nube de chicuelos casi desnudos seguía al barquero con cierta admiración. Les infundía respeto el hombre que cruzaba la Albufera cuatro veces al día, llevándose a Valencia la mejor pesca del lago y trayendo allá los mil objetos de una ciudad misteriosa y fantástica para aquellos chiquitines criados en una isla de cañas y barro»”.
                                                                                                                         Blasco Ibañez



               Cerca de la ciudad de Valencia, existe una pintoresca pedanía que lleva por nombre  El Palmar.  Mi padre nació en este pequeño pueblo de pescadores.
En la actualidad atravieso muchas veces al año este hermoso paisaje de cañas y de barro cuando me dirijo hacia  el mar Mediterráneo.
Alguno de esos chavales que corrían por esa isla, que tanto entendió este genial escritor, sin duda  llevaba mi apellido. Aquí se quedaron parte de mis antepasados, que habitaron estas tierras conquistadas  a la Albufera, hoy  patrimonio de la humanidad por su extraordinaria belleza.
 Un día mi abuelo Antonio, al que no llegué a conocer, navegaba por este lago, atravesaba estos antiguos caminos, por los que ahora circulo. Era guarda forestal su oficio consistía en vigilar y mantener  este entorno natural y los  árboles de la Dehesa del Saler, bosque mediterráneo que separa la Albufera del mar. La guerra decidió  convertir su tiempo en un espacio fugaz, del que apenas queda escaso  testimonio, con exclusión de unas viejas fotografías de un joven con rasgos que me resultan familiares, aparte del parecido evidente, quizás ¿por qué reconozco la mirada de mi hermano?, ¿acaso identifico su fondo idealista?. 
Déjame sólo hacer recta mi vida, y sencilla como una flauta de caña para que Tu la llenes de música.
             El alma sensible y alegre de mi padre, escondió eternamente esta reserva y pronto intuimos que no le gustaba hablar de él. Lo ocultaba en un espacio que construyó a los siete años. Un lugar impreciso, invulnerable, que lo alejaba de su único dolor. Sólo en alguna ocasión durante unos instantes el contenido de alguna  película rozaba un poco esa herida y sus ojos se llenaban de lágrimas antiguas, de niño pequeño, de muchos momentos disfrazados de falso coraje, aquellos recuerdos rescatados del fondo del corazón .

Cuanto más se vive en el campo y en la ribera, más nos parece que nada es tan hermoso y grande en el mundo como cumplir sencillamente con los deberes ordinarios de la vida.
             Es curioso cómo muchas veces al pasar por aquí me asaltan estos pensamientos, se abrazan a mi rostro, se cuelgan de mi pelo. Bajo la ventanilla del coche y dejo entrar el aire fresco. Sólo me hace falta respirar profundo para recuperar lo esencial, el misterio que envuelven para mí el olor de las marismas.  Aquí residen y  se mezclan pasado y presente, la brisa del mar y el aroma de la tierra.  el mismo que respiro hoy y el primero que respiré cuando llegué al mundo. Lejos de este lugar, en una casa de Sevilla, donde emerge un paisaje semejante, me deleito con esa alquímia perfecta de recuerdos y saboreo cada ingrediente que la conforma: la sal, la espuma, las algas, el arroz, y las  flores.  Cada uno se mete en mi interior como el aroma  de mi infancia.



...En mitad de infinitos arrozales junto al Guadalquivir, existe una casa llamada "Villa Palmar", situada en una finca conocida como"El Toruño",  esta finca se encuentra  dentro de Isla mayor y a su vez cerca de otro pequeño pueblo conocido como el Puntal.
 Allí se levanta una casa blanca que construyó un día mi abuelo Pepe, por encargo  de un joven moreno, recién llegado a estas tierras sevillanas. Uno de los muchos valencianos que aterrizaron un día en este lugar que prometía ilusiones, dispuestos a colonizar un suelo, que había alcanzado el siglo XX  insólitamente  virgen. Ahora se mostraba preparado para acoger hombres aventureros, esos mismos que sostienen los sueños del mundo.




Ese joven de naturaleza nómada, sediento de explorar nuevos universos, se llamaba Antonio como su padre. Pero éste era el mío, mi padre, Antonio Ferrer. Llegó una tarde justo antes de ponerse el sol detrás del Océano, no muy lejos de allí, cuando las sombras no han llegado todavía. Llegó en compañía del viento que acudía cadadía a ese hermoso paraje, antes de cerrar el trato de su nuevo hogar. No estaba solo, le acompañaban sus tios y su cuñado. Llegaban juntos, dispuestos a inspeccionar aquel terreno despoblado.  Bajaron del auto  y se dirigieron a pie a recorrer esas sendas, entre los arrozales del Toruño. Alguien a su lado hablaba de hectáreas y cifras. Él sonreía y escuchaba sólo en apariencia. Detuvo su paso intencionadamente, mirando las únicas huellas que imprimían sus acompañantes en el estrecho camino de esta tierra abierta a los vientos. Escuchaba el murmullo del agua clara en la acequia que bordeaba aquella hermosa ruta,  fluía enérgica y limpia a sus pies.  Los demás, ajenos a sus pensamientos, continuaron su animada charla por el camino sin percibir su verdadera intención, haciendo honor a su lema favorito: "cache de votre jeu".  Quería saborear aquel momento en silencio, en soledad. Supo de la emoción profunda en su garganta , entendía a esos hombres de la historia que un día atravesaron un inmenso océano y llegaron a tierras extrañas. Ahora comprendía esa fuerza magnética que lo había guiado dulcemente en la dirección correcta.





  Se inclinó a recoger un poco de esa tierra que ya le pertenecía, para olerla, acariciarla  y deshacerla lentamente. La excusa perfecta para saltar el canal y limpiar sus manos en un agua fresca y clara que le daba la bienvenida y le trasportaba hacia otra orilla.
Así era él, educado y salvaje al mismo tiempo,  habituado a
vivir entre libros donde  se fascinaba con antiguas epopeyas,  y feliz entre los elementos: el agua y la tierra .

<<Al rayar el alba, un ligero ruido me advirtió que íbamos a embarcar; sola tú, y yo contigo; y que ninguna alma en el mundo conocería jamás nuestra peregrinación sin principio ni fin.>>

Pensó en la hermosa joven que había conocido en la casa del constructor, donde sus destinos se cruzaron inevitablemente .- ¿por qué no podía alejarla de su pensamiento?-, escuchó una voz que le llamaba desde lejos y le devolvió de regresó a la realidad, cuando levantó la mirada, ante sus ojos el silencio rojo del sol y el horizonte más infinito y fascinante que nunca había contemplado hasta ese día. Entonces lo tuvo claro: era el amor.




Sé que hoy  la casa blanca del Toruño, en mitad de las Marismas,  permanece aún en pie. La presiento callada, rodeada de una nueva cosecha que la envuelve cada año. El mismo viento llega hasta allí desde el océano, sigue visitándola cada tarde, acaricia sus viejas paredes blancas que con el tiempo se revistieron de  tintes  y grietas. Allí donde crecen ahora las hierbas silvestres, ésas que avanzan lentamente y terminan abrazadas  al óxido de sus ventanas, no quieren escapar de  donde han nacido- ¿quizás porqué son capaces de escuchar lo que nadie más puede oír ? -



¿Qué habita hoy dentro de ese silencio?: El lenguaje del amor, las voces de los niños, el olor a talco, a cocina casera, las historias de viejos cuentos, las canciones, la  música. 
 "Primeros pasos, primeras palabras, primeros llantos, primeras historias..."




Momentos irrepetibles, nacimientos, inocencia, aventura, todo dirigido por las cosechas, el sol, la lluvia, las estrellas que casi podías alcanzar cada noche ,  admirar sus dibujos y escuchar la voz de mi padre  llamarlas por sus nombres.



Dicen los expertos que  En los pirmeros seis años, el niño aprende más de lo que aprenderá el resto de su vida, no sé si esta afirmación será cierta, lo que si puedo decir es que durante esos años que vivimos en aquella casa, antes de existir el significado de las horas y el colegio en nuestra vida , dentro de una etapa parecida al limbo, aprendí lecciones inolvidables que con el tiempo han sido basicas para mi felicidad. Estas  lecciones las redacto a continuación por si puede serle de utilidad a algún niño que no tenga la suerte de poder disfrutar de esa naturaleza que todos merecemos:






Lecciones naturales
"Mi recuerdo más lejano es el amor que sentía por la naturaleza".

las mariposas:

 Seguro que te has cautivado al contemplar alguna vez el ligero revoloteo de una mariposa, su vuelo es un autentico milagro, sus alas están cubiertas con polvos mágicos de  colores inimitables, extraidos de alineaciones secretas del universo, es lógico y natural que pretendamos atraparla, quisiéramos capturar ese encanto, llevarnos la magia  con nosotros para perpetuar estos momentos de felicidad,  pero al hacerlo, sólo con rozarlas, ese polvo  pierde su hechizo, empaña  tus dedos y la pobre mariposa, si tiene la suerte de poder levantar el vuelo nuevamente ya no podrá nunca volar como antes, se alejará desorientada y pronto morirá de pena, y tu dejarás de contemplar ese prodigio oculto, tan idílico, un breve instante. Seguro que despues de conocer esta injusticia, antepondrás:  contener tus impulsos, dejarla que se detenga y descanse a tu lado,(si tienes esa suerte) mientras  admiras sus valiosos dibujos, (con las manos quietas). Este consejo te será de gran utilidad cuando visites un museo." Para aprender esta lección tuvieron que morir dos o tres mariposas en mis pequeñas manos."




Las mariquitas y las lagartijas 





las mariquitas, no pican y si las tratas con cuidado puedes jugar con ellas, pero luego acuérdate de dejarla en el mismo lugar que las encontraste, imaginaté si su madre la está buscando para la cena.
Las lagartijas también son buenas e inofensivas, no has de tenerles miedo, nunca,  nunca te atacarán.



      
Los saltamontes y las ranas:
         




     Aunque no pertenecen a la misma espécie los incluyo en la misma lección porqué los dos al saltar te provocan una sonrisa , puedes comprobarlo , siempre que ves lanzarse a un saltamontes o a una rana despues del susto inicial, llega la sonrisa, porque son animales con ojos simpaticos, y explica el motivo por el cual no me deja el programa, colocar estas fotografías al mismo nivel.
Algunos niños para divertirse
son capaces de quitarles alguna pata y reirse de ver cómo saltan torpemente, no hay que participar nunca en estas diversiones  incomprensibles, ni gozar con la desgracia ajena.




Las peleas
En las peleas con los primos  o los amigos siempre hay que ponerse de parte de los hermanos, y si inevitablemente se riñe,  hay que buscar  la intermediación de un adulto,  mi padre encontró la fórmula, que increiblemente funcionaba, nos enseñó la mejor forma de volver a la paz: -Se coge la mano de cada uno de los enemigos y se unen, mientras se dice:"ya sois amigos",  entonces todos los problemas quedan solucionados-.



Los padres y los abuelos






Mis padres son los mejores del mundo, cada niño debe de pensar así. De ellos he aprendido por encima de todo, la importancia del amor.
Mi abuela Antonia relata los cuentos mejor que nadie, ella y mi tía Pepeta conocen todas las historias y no necesitan leerlas, las tienen todas en la cabeza, además, saben detenerse y acampar en el relato dandole todo lujo de detalles . Es maravilloso  soñar despierta . Mi abuela aprieta los labios en un gesto que yo reconozco cada día frente al espejo y mira a mi tia Pepeta,  que la sigue y aporta la inocencia más pura, la que sólo un niño es capaz de reconocer. Disfrutamos hasta que llega el desenlace, siempre obligatoriamente feliz .
Mis otros abuelos a los que llamo Iaios se llaman Pepe y María , ellos no saben tantos cuentos,  pero ¡los quiero tanto!, cuando voy a verlos también me lo paso muy bien, me gusta ver cómo sus ojos se llenan de alegria al vernos y entiendes la importancia de tener tanta gente que te quiera.  Allí tengo a mis tios que son los mayores mas guapos del mundo y a mí querida tía Mari,  se escucha música  a todas horas y siempre juegan con nosotros. Siento que somos para ellos un regalo,  una familia verdaderamente divertida,  por eso mi madre es así de graciosa.




La playa:


...y la aurora tierna y fresca, bajo los rayos aún no despiertos del sol, me presentaba su rostro como para saludarme.



Ir a la playa es la aventura más increíble que le puede ocurrir a un niño, las sensaciones al llegar..., el agua que entra por los pies y va ascendiendo hasta la cabeza, ese momento especial cuando atraviesas otro universo,  que te recibe cada vez de una forma distinta, algunos días parece ofendido o disgustado y hasta lo escuchamos gruñir,  esos días debes de tratarlo con  prudencia,  y admirar su misteriosa belleza y dedicarte a recoger todos los tesoros que las olas han depositado en la arena: conchas, caracolas, restos extraños y brillantes que sin duda pertenecen a los paraisos submarinos o a alguna sirena. Otros en cambio,  se muestra sereno, en calma y hasta puedes escuchar tus propios latidos,  y después  saltar con las olas  en la orilla,  que te empujan,  juegan contigo, te vencen, intentas correr  pero siempre te alcanzan,  es obligado gritar de alegría, Si tienes la suerte de tener un padre como el mío, esos dias  puedes nadar hasta lo hondo,  el nunca se hunde y siempre está junto a tí,  aunque los pies de bailarina ya no te lleguen al fondo,  intentas aguantar, ( a pesar de que tu hermana mayor lleve el cisne que tu querías), tu pato no esta tan mal,  peor lo tienen tus hermanos pequeños que llevan un flotador sin cabeza.
Es conveniente salir cuando te dicen basta,  por qué sino los dedos se arrugan y no paras de temblar, y entonces los mayores te frotan fuerte para que vuelvas a entrar en calor y eso duele.
Recuerdo cómo después de escuchar a mi madre muchas veces repetir mi nombre y el de mis hermanos, regresabamos a la arena, donde nos esperaban  muchas manos con toallas abiertas, después a la sombra, envueltos en esas toallas, tiritando, mi madre nos repartía los bocadillos y sentados frente al océano envidiabamos  una  pequeña silueta que a lo lejos  vencía al miedo, levantaba los brazos y saludaba,...era mi padre en su elemento. 





Escondite:

Cuando juegues al escondite, es mejor que pares de hablar,  aunque sea  sólo por un momento, así no te encontrarán siempre a tí  la primera y a quien te acompaña. Entonces es el momento perfecto, mientras esperas a que los otros terminen el juego de sentarte  en la hierba y contemplar toda la belleza del mundo que nos rodea, y que siempre regala destellos de imprevistas intuiciones felices.


<<En otro tiempo, cuando la vida era sencilla, todos los elementos que componen el ser humano se armonizaban. Más tarde, las facultadesde la inteligencia se han separado de las facultades  espirituales y físicas. Pero yo creo que en un mundo del espíritu que no sólo no está separado o alejado de este mundo material sino que contiene su verdadea significación.>> Rabindranatb Tagore



Imágenes y texto:Eva Ferrer
Pie de fotos: Rabindranatb Tagore

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