miércoles, 4 de julio de 2012

Microrrelato


Danielle Richard

"El sol acababa de ponerse y no se distinguían bien los movimientos de la pradera. Tampoco el contorno de quien caminaba al fondo, junto a lo que parecía un perro.
Pero yo, sentado en el porche, sabía quién era, quién avanzaba pausadamente pero en un instante estaba a pocos metros, a punto de bordear la casa hacia el pueblo.
Tantos años, y era inconfundible. La llamé. Nos saludamos, co
mo conocidos. El perro, nunca visto, me miraba con familiaridad. Ella tenía la misma piel dorada del final de los veranos, y al sonreír guiñaba los ojos de igual manera.
Salvé decididamente el metro y medio que nos separaba y la besé en el cuello. Amagó retirarse, un gesto mínimo, pero seguía parloteando. Mis labios lo notaban en su garganta. Besaban con intensidad creciente y ella empezó a responder, desdibujando sus palabras civilizadas, antes de que yo las succionara.
Al levantar la cabeza, la pradera era playa, la de las tardes adolescentes en largo y cortado silencio, a la espera de aquel paso vehemente.
Dos momentos de la eternidad. Entre medias, una vida de viajes, carrera, familia, negocios.
Estabas distraído, musitó ella."

4 comentarios:

  1. Buenísimo el microrrelato, de la pradera a la playa en un instante, toda una vida. La pintura preciosa, muy de acuerdo al texto.

    Abrazo amiga

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    Respuestas
    1. Gracias por tu visita y tus comentarios, encontrarás muchas sorpresas agradables si visitas la página del autor.
      Un abrazo, amigo.

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    2. Visite la pagina y efectivamente hay buenas sorpresas.

      Gracias

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  2. Hermoso relato. Como en la vida real, cuando parece que cruzamos la finísima linea entre los pensamientos y la realidad.

    Un abrazo, querida amiga

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