miércoles, 19 de septiembre de 2012

Relato

 

-Ahora se parece bastante a ti.

-¿Y si dentro de no sé cuántos años resulta que se muere sin haber escrito un poema? No ya uno bueno, o digno. Un miserable poema, quiero decir. Eso que decía Picasso, que los niños son artistas, el problema es que lo sigan siendo cuando dejan de ser niños. ¿Y si ese... potencial
-Qué palabra horrible.
-que ahora se percibe en sus dibujos, después no cuaja, no se solidifica, no se transforma en lo que uno anhela, tal vez neciamente? Ponle que su vida se le va sin haber manipulado jamás una melancólica marioneta. O un triste títere. ¿Si él acaba encarnando lo que yo aborrezco?
-¿Temes que se parezca a ti?
-Me da igual que nadie reconozca en él rastros genéticos de mí. Lo que me mutilaría es no reconocer en él, en el futuro, rastros del que es ahora.
-Ahora se parece bastante a ti.
-Es lógico que ahora se parezca a mí. Es mi hijo. Y también puede esperarse que mañana se parezca a mí. Soy su padre. Pero quiero decir después, pasado mañana, cuando la vida con su devastadora labor haya hecho añicos la mía, y la suya. Cuando sólo para los muy allegados claramente él sea mi hijo y yo su padre. Cuando a los demás, al mundo, haya que explicarle nuestro grado de parentesco porque nada a primera vista evidencie cuál es. ¿Y si acaba por ser un contable que olvidó pintar gatos? ¿Y si el único poema que escriba no es más que una transcripción fidedigna de uno de Neruda? ¿Y si ambos perdemos las claves que me hacen decir tonterías que lo hacen reír y avergonzarse secretamente de reírse de las tonterías que digo para que ría?
-¿Y si lee esto que acabas de escribir?


Puedes encontrar este y otros relatos,  (igualmente encantadores) en el blog del Sr Blanco        Nada que decirte

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