lunes, 11 de febrero de 2013

Receta de varón

Edmund Blair Leighton (1853-1922) 



«No importa si no es hermoso
-la fealdad en el hombre puede despertar ciertos atávicos instintos femeninos–
pero es esencial que el pecho sea acogedor
y que los brazos ofrezcan la promesa
de abrazos apretados y tiernos.

Vello en el cuerpo o no,
es cuestión de gustos.
Personalmente los prefiero
tapizados,
con espacios de sombras oscuras
suaves al tacto,
y capaces de llenar el olfato
con el olor del día a flor de piel.

La cintura que se defina, por favor;
que no le sobre, ni le falte,
que no acuse el descuido del dueño,
mas que en ciertas épocas permisibles
donde unas libritas demás,
son sólo testimonio de amables libaciones.

Las manos son definitivas:
deben saber detener la cabeza de la mujer
con el celo con que el marinero escatima al viento
la única lámpara de aceite en medio de la tormenta;
ser ágiles como pájaros o cabras de monte,
capaces de la forja del hierro, la lágrima,
de esculpir los intrincados artesonados del placer.

Las piernas también son importantes
pero les perdonamos las torceduras,
lo tosco, las imperfecciones,
si al encontrarnos con la boca
vemos una sonrisa en la que poder confiar
y unos ojos que nos aseguren la mañana.

La espalda masculina debe ser extensa
como una pradera por donde puedan pasear los búfalos
y los heliotropos,
y es fundamental que en las caderas
se alcen dos colinas
inequívocas, sólidas,
que se nos queden prendidas en la memoria
cuando el hombre se vuelva para marcharse,
alejándose en la noche.

La voz que resuene con vibraciones de bajo
pero que sepa modular
la tensa y dulce melancolía del acordeón,
lamentando el fin de la luna en la ventana.

El hombre, al fin,
ese mítico animal
que reinventa siglo tras siglo
las quimeras que pueblan las obsesiones femeninas,
habrá de conservar,
-perdida la absoluta hegemonía–
todas aquellas cosas
galantes, fuertes, acogedoras,
que, a pesar de todos los pesares,
lo mantienen sólidamente anclado,
en el profundo, incansable mar,
de las hembras».

 Gioconda Belli

6 comentarios:

  1. Qué descripción más... poética!
    ¿existirá ese varón...?

    Al parecer se trata de un ideal romántico, un caballero de otra época un "mítico" ser en peligro de extinción

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    Respuestas
    1. Existe, yo tengo la inmensa suerte de conocer a algunos, no demasiados.., tienes razón, cada vez quedan menos, y poder disfrutar de esa hermosa diferencia es un autentico milagro.
      Un abrazo, querida amiga.

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  2. El punto de vista femenino acerca de los varones, es un retrato de un hombre ideal, al que sin embargo se le perdona cierto grado de fealdad, torceduras en las piernas, ciertas imperfecciones. No me cabe duda que cada mujer puede encontrar un varón así.En fin un hermoso poema, de gran calidad.

    Supongo que es una respuesta al poema "Retrato de Mujer" de Vinicus de Moraes.


    Un Abrazo amiga.

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    Respuestas
    1. Bienvenido Francisco, me alegra tu comentario. Ya ves que poco pedimos las mujeres, "lo esencial es invisible a los ojos".
      Me gusta mucho esta poetisa Nicaragüense y "Retrato de mujer" me ha sorprendido, gracias por la sugerencia.
      Perdona por no contestar mis comentarios antes, otras obligaciones me han alejado de aquí, mi rincón favorito.
      Un abrazo, querido amigo.

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  3. Ahhhh poetiza hermosa, magnifico ejemplar masculino te has mandado!!!!!

    Cariños

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    Respuestas
    1. ¿Quién pediría más?, hasta mi hija de 23 años no ha parado de sonreír durante todo el poema. Sin duda, esta receta funciona a cualquier edad.
      Un abrazo, querida amiga.

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