miércoles, 29 de mayo de 2013

Puertas cerradas


Charlie hablaba y hablaba; yo, separado de él por millares de años, consideraba los principios de las cosas. Ahora comprendí por qué los Señores de la Vida y la Muerte cierran tan cuidadosamente las puertas detrás de nosotros. Es para que no recordemos nuestros primeros amores. Si no fuera así, el mundo quedaría despoblado en menos de un siglo.
Rudyard Kipling






  El internado se convirtió en su casa hogar por un "tiempo indeterminado". 

Los únicos vagos recuerdos que conserva entre tantas horas detenidas corresponden a  las meriendas en el patio,  el  sabor del pan blanco con chocolate negro, el único estímulo semejante al espejismo. Cuando el bordado en la ropa pierde su verdadero encanto. No sirve para embellecer, su función es enumerar y distinguir.  Manos y voces con hábito,  sin nombre ni rostro.
 Horas interminables, donde la lectura pierde su hechizo cuando deja de ser una opción voluntaria para convertirse en  rutina obligada y donde los relojes nunca giran a tu favor. 

"-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo –dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!… El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj” 
  Ahora,  pasado el tiempo comenzaba a desentrañar el significado de aquel mensaje que escondía el cuento. Sin duda, ella por ese espacio en el tiempo, no gozó de su amistad.

El aula fría al final de la tarde anunciaba cada día el regreso a  pasillos infinitos. El vacío en el estómago y una larga  habitación compartida donde sólo la emoción de los sueños tienen el poder de poner a salvo su cordura.  Conteniendo las ganas de hablar, de llorar,  de abrazar, de ser niña, de acostarse con la cabeza colgando en un sofá, del olor a comida caliente casera no aquella que olía a tomate frito de lata. Conocía la existencia de otra, la de verdad,  aquella con aroma a  cocina de hogar. 
Nada era igual en aquel espacio donde se pierden los recuerdos de horas perdidas, sin sentido, donde  su memoria selectiva , aquella que siempre la mantuvo a flote de la tristeza, sólo podía rescatar  flashes débiles en blanco y negro. 
La alegría desbordada en la hora de la despedida de monjas, compañeras.  La prisa por dejar atrás cuanto antes ese mundo estrecho, frío, disciplinado, sin sentido donde ha conocido por primera vez la fuerza de la infelicidad.
 El color, la imaginación  y la vida regresando a su vida  sólo con un gesto : "Atravesar una puerta cerrada".   

Ahora volvía a saber como se sienten los que viven libres sin apreciarlo. 
Avanzó hacia el coche que la esperaba y al alejarse volvió por un breve instante el rostro, ahora que el tiempo volvía a recuperar su valor, no se podía desperdiciar en lamentos. Desde lejos se leía el nombre del colegio donde el tiempo le dio la espalda. Se prometió a si misma aliarse con él  para siempre y todo regresó con más intensidad . 
Una lección entre todas con la nota más alta del curso, el importante valor de la añoranza. 
Llegaron a casa.   
Sólo escuchaba el sonido de los pájaros que sobrevolaban  el inmenso cielo de ese día. Notó que estaba cargado de  aire limpio y pureza después de la lluvia.
                                                                                                                                           Eva




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