miércoles, 22 de mayo de 2013

Todo este tiempo ha estado en tu patio trasero


Existe una edad distinta. Los años donde cohabitan las últimas sacudidas de infancia y asoman los primeros albores del cuerpo y la mente.
Si tienes la suerte de contar con hermanos mayores,  juegas con ventaja. Sólo conviene estar atento, observar, admirar, deslumbrarte con los privilegios que comienzan a gozar e instruirte de sus errores, aunque esto no te redime de cometer otros nuevos con tu firma impresa.  Atrapados en mitad de una situación que en algunos momentos te enfurece.
¡Ah!... y lo más duro de este peculiar espacio en el tiempo,  tener la capacidad de "esperar"  a que un día llegue tu momento.
Mientras,  continuas formando parte del grupo de "los pequeños",  esos que leen a escondidas el diario privado de la hermana mayor y  participan en los juegos que hasta el momento te interesaban y ya comienzan a perder la magia del aliciente. Sigues jugando y obedeciendo las normas y  horarios que te asfixian.
 Un día de piscina es el equivalente a un día de contiendas por la resistencia bajo el agua,  los saltos de trampolín,  y el regresar a la toalla después de las competiciones,  con los dedos arrugados de un color  blanco amoratado,   y tumbarse al sol,  suplicando al cielo dos cosas:  Crecer pronto,  y que esa gran nube que se desplaza en el cielo no oculte el sol justo en el momento que más lo necesitas.

En el otro extremo  de la piscina,  justo a la distancia adecuada, lo suficientemente alejados de padres y hermanos pequeños, se reúnen en torno a la música los jóvenes, ese grupo fascinante que ha alcanzado el culmen de la independencia y la vida,   y provoca en los más pequeños un sentimiento que se parece mucho a la envidia. 
Chicos y chicas mayores que viven su momento especial de juventud.  Se trata de la pandilla de mi hermana mayor.  Menuda suerte la suya,  disfrutan animadamente sentados en la hierba con la música alta.  Ríen,  gesticulan, cuentan historias interesantes,  y algunos hasta fuman.  Todo lo que a una niña de trece años le parece sin duda el ideal. Viviendo una agradable mañana de un verano que lo envuelve todo.

Mis ojos aún retienen las  gotas  de agua que quedaron atrapadas entre  las pestañas. Al tumbarme al sol,  este las atraviesa y asisto a una explosión de colores.  El milagro de  la descomposición de la luz blanca.  Entre mi  arco iris particular distingo a alguien del grupo que se incorpora y  sonríe.  lo conozco.  Avanza hasta el borde de la piscina y con un suave impulso se lanza al agua fría hasta sumergirse en la profundidad del azul. Mientras lo hace he reparado por primera vez en la belleza de su cuerpo. Espero y compruebo que se toma su tiempo en salir,  y yo que vengo de competir por resistencia.  Valoro la fluidez con la que sale a flote, sin demostrar la necesidad urgente de aire, como yo generalmente acostumbro a salir.  
Se desplaza por el agua con un  estilo virtuoso. Admiro como extiende al máximo la longitud de su cuerpo,  haciéndolo como si se tratara de un bello delfín,  y el agua su hábitat.
Escucho la música que llega hasta mí,  mientras intento esconder mi cabeza entre los  brazos. Al hacerlo un olor molesto estropea mis pensamientos,  el desagradable  cloro.  Mis dientes aún castañetean,  sin duda rebasé mi tiempo en el agua.  
Incapaz de perderme la ceremonia, retomo el espectáculo y vuelvo a la  posición inicial, apoyando mi cabeza sobre la oreja. Existe una extraña atracción que aún no descifro si proviene de la admiración por la destreza o se trata de un presentimiento. 
 Mis pupilas siguen su trayectoria en la piscina.
Desde la altura  observo el brillo del agua y  su pelo de un azabache profundo.
Deseo que este  sol venza pronto el frío de mi piel y seque la toalla mojada.
Cuando finalmente llega  de nuevo el calor y se detiene el temblor, recupero la imagen del agua inmóvil  como un espejo y esa silueta que continua trazando una línea recta y perfecta. Acompaño cada una de sus brazadas que seccionan  y se dilatan si se tratara de una hermosa danza. Acabo de asistir a una clase práctica de elegancia.
 Sale del agua  con el único impulso de sus manos , y entre el fino espacio que dejan mis brazos le veo acercarse hasta aquí.  Saluda a mis padres y me hace un guiño cariñoso.  Siento que alcancé la cima de la timidez,  y presiento que se me nota demasiado.
 Como recurso recurro a la parálisis total, mientras él sonríe y conversa con naturalidad con mis padres.
Escucho su adorable y serena dicción. 
 Al hacerlo su rostro adquiere un halo innato, sólo semejante al resplandor de una luna llena.
Me quedo desentrañando el misterio que encierra aquella recién estrenada sensación. 
Se despide y se aleja llegando de nuevo hasta donde una mano lo espera.
El calor vuelve y me obliga a volver al agua, debo atravesar la hierba donde los mayores ríen,  y disfrutan en animada charla llena de desenfado y música.
Me pareció que alguien me observa y busca mis ojos,   al devolverle la mirada  descifro en los suyos un mensaje: 
"Te espero". 
Un cosquilleo recorre mi estómago. Subo al trampolín y me lanzo al agua fría,  mis hermanos me siguen, pero  ahora no escucho nada,  me acabo de despojar de cualquier miedo. 
Me siento mayor por primera vez en mi vida,  dentro de esta piscina. 
Me permito el placer de deslizarme y disfrutar del momento. Sumergirme hasta lo más hondo.
 Abro los ojos bajo el agua y ante mí  este espacio se llena de flores.
 El impulso del aire contenido en los pulmones me lleva de nuevo hacía la superficie y esta vez floto con una recién estrenada perspectiva.  
 Entre tanta luz y belleza escucho mis latidos y
  sueño despierta. 
Imposible  imaginar que ese sueño un día lejano de allí se cumple.., inevitablemente.
                                                                                                                             Eva



 Si tus sentimientos son verdaderos.., espera.



1 comentario:

  1. Entiendo la fascinación. Continua siendo irresistible. Un ser único, dulce y elegante que enamora.
    Una vez más, me hiciste disfrutar con el relato.
    No dejes de escribir, lo necesito.
    Un beso.

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