viernes, 16 de noviembre de 2012

Algo sobre el alma


George Tsui

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.

Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.

A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.

Rara vez nos asiste
en las tareas pesadas,
como mover muebles,
cargar las maletas
o recorrer caminos con zapatos apretados.

Cuando hay que cortar carne
o llenar solicitudes,
generalmente está de asueto.

De mil conversaciones
toma parte sólo en una,
y no necesariamente,
pues prefiere el silencio.

Cuando el cuerpo nos empieza a doler y doler,
escapa sigilosamente de su hora de consulta.

Es algo quisquillosa:
con disgusto nos ve en la muchedumbre,
le repugna nuestra lucha por supuestas ventajas
y el rumor de los negocios.

La alegría y la tristeza
no son para ella sentimientos distintos.
Sólo cuando se unen
está presente en nosotros.

Podemos contar con ella
cuando no estamos seguros de nada
y tenemos curiosidad por todo.

De los objetos materiales
le gustan los relojes con péndulo
y los espejos que trabajan afanosos
aunque no mire nadie.

No dice de dónde viene
ni cuándo se irá de nuevo,
pero evidentemente espera esa pregunta.

Según parece,
así como ella a nosotros,
nosotros a ella
también le servimos de algo.

WISLAWA SZYMBORSKA
Poema incluido en el libro Instante 



Yo la veo pasar cuando viaja en la lentitud de las hojas que se desprenden en otoño
Muchas veces se sienta a mi lado mientras me distraigo observando las formas caprichosa que dibujan las nubes y los pájaros en el cielo.
Siempre olvida como yo el paraguas al salir,  y camina de mi mano dejando que la humedad de la lluvia nos empape.
Con los años se donde se esconde: en cada beso, conversación con mis hijas, en los ojos de las personas que quiero,  escuchando una melodía, en un poema me atrapa. Quieta en la orilla del mar, dejando que me abracen las olas. Contemplando un atardecer justo en ese instante cuando la calidez gana la batalla a el resplandor.  Cuando acaricio a mis perros.  
Justo ahora en este instante la sorprendo guiando mis manos por el teclado. (Huele a Muguetto de Santa María Novella).
A lo lejos distingo una silueta inconfundible que se acerca, creo que Wislawa se equivoca, ciertos seres son capaces de poseerla siempre, yo conozco a alguno de ellos,  por eso si un día no la encuentro,  se donde buscarla.
                                                                                                                                                       Eva


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