domingo, 4 de noviembre de 2012

El juego de las nubes



...Llueve la luz, 
y sin aviso
ya es una ninfa fugitiva
que el ojo busca clavar viva
sobre el espacio más preciso...
Rafael Alberti



            Uno de los placeres que de vez en cuando me permito consiste en visitar una librería. Me encanta perderme entre libros, buscando el ejemplar capaz de atrapar mi atención. Es una verdadera delicia aislarme por unas horas dentro de esa paz, allí lejos del mundanal ruido,  pasear entre estantes repletos de sabiduría. Me embriagan los olores, esa mezcla de papel, tinta y cola característica de los libros nuevos, aún sin estrenar. Me trasladan a los primeros años de colegio, donde el inicio de cada nuevo curso traía siempre la emoción de los cuadernos en blanco, los lápices por estrenar, la gran importancia del bolígrafo de cuatro colores (que continua fascinándome) y tanto desconocido por descubrir.  Una mágica sensación, algo parecido a recibir un regalo,  que inevitablemente va unida a aquel  olor especial .
Una portada capta mi atención entre las demás,  la imagen de un hombre que mira el cielo,  su aspecto,  inconfundible, una típica figura de la primera mitad del siglo XIX,  una época que supongo a estas alturas, (si visitas habitualmente este blog),  habrás comprobado que me fascina,  un detalle así despierta poderosamente mi atracción,  pero la mejor parte estaba aún  por aparecer. Absorta en la belleza de sus páginas me despierta una voz conocida que pronuncia mi nombre, Vuelvo de nuevo a la superficie y compruebo que estaba lejos,  mirando el cielo, jugando con las nubes.
 Por un espacio de tiempo no he sentido las horas pasar.





Esta pequeña joya lleva por título El juego de las nubes recoge reflexiones y dibujos sobre meteorología y ciencia en general que Goethe diseñó a partir de 1820. 
Estamos acostumbrados a leer a Goethe (1749-1832) a través del Werther o el Fausto sus obras más conocidas, sin embargo, fue un gran apasionado de la ciencia, y su fascinación por ella nunca pasó desapercibida. 
 Además,  magníficas ilustraciones  de Fernando Vicente acompañan al texto donde Goethe se ocupa del estudio de las nubes y del estado de los cielos.
  




Lo verdadero, lo idéntico a los dioses, no se puede reconocer jamás directamente, sólo lo vemos en su reflejo, en su modelo, en su símbolo, en manifestaciones aisladas y relacionadas con ello; nos percatamos de su existencia como de la de una vida que nos resulta incomprensible y no podemos, por tanto, renunciar al deseo de comprenderlo a pesar de todo.
Goethe






Una oportunidad única de observar el cielo con los ojos de un genio…




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...