jueves, 21 de marzo de 2013

La vaca


Elsa Beskow  1874 – 1953

las causas siempre son muy diversas, algunas veces empiezan cuando una profesora propone un nuevo ejercicio.
-Tenéis una hora de tiempo  para escribir una redacción. Esta vez no os adelanto la idea, se trata de un tema libre.

  Comienzo mordisqueando el lápiz, noto en mi boca el extraño y amargo sabor de la madera. 
Una hoja en blanco me espera. Acaricio la textura del papel recién estrenado. Siento un cosquilleo agradable en el estómago,  casi como salir de excursión pero sin moverme de esta silla. Mi mente se lanza al suave buceo de las profundidades, ese que sólo aparece en la noche en mitad de un sueño. Esta vez es distinto, no duermo. La luz y los sonidos del aula me distraen. Descubro que despierta, también puedo soñar.
Un primer intento, un segundo... ya estoy en el aire, me muevo a impulsos suaves, mis  brazos esta vez dirigen el rumbo de mis pensamientos,  directa hacia una realidad distinta.
Llego donde me gustaría estar, el vuelo me lleva a la cima de una montaña, atravieso  prados de pastos y  llego hasta donde se escucha sólo el silencio, el aire es puro. Me acuesto sobre este inmenso manto de hierba  parecida al terciopelo.   Miro a lo lejos el azul del cielo,  las nubes y los pájaros pasar; voy anotando cada detalle que encuentro, comenzando por el olfato, el más misterioso y sutil de los sentidos. Y así empieza esta, mi primera  redacción:  "Huele a hierba fresca...",  y me detengo. 
Un giro de cabeza y ahí justo a mi lado, una enorme vaca me mira atentamente sin parar de comer. Nunca la había mirado desde tan cerca.

Lo que no conocía de ella me lo cuentan sus ojos,  que me infunden confianza y bondad.   Me sorprenden  sus largas pestañas,  no me asusta su imponente tamaño, aquí junto a este animal me siento en paz.
 Le cuento que aunque muchas veces la conocí en imágenes o dibujos,  hace poco tiempo las vi por primera vez, en carne y hueso, (aunque desde la distancia), y me quedé fascinada  no sólo por su belleza, lo que creo que más me impresionó fue su libertad y ese idílico entorno donde pacen, rodeadas de lagos, bosques, lluvia,  sol y casitas de madera para refugiarse. Todo lo que necesito para mi felicidad.
Sentada hoy al sol me interroga sobre quién soy. -Me llamo Eva –le digo– y vivo muy lejos de aquí, muy cerca del mar
- Vengo a por una historia.
-¿Me podrías ayudar?
-Ven, acompáñame –me responde–.
 Seguimos el curso de un río que nace de una altísima  y estrecha cascada que mi padre la llamó "La vache qui pisse" (y ese día reímos mis hermanos y yo con la ocurrencia). Baja de la montaña, lleva un agua trasparente como el cristal. Bebo a su lado, me ayudo con las manos  que  intentan  atrapar esta agua que llega del cielo o del deshielo.  
Con el paseo nace la confianza y la vaca se deja acariciar, su piel es distinta de lo que esperaba. 
No me sorprende el reflejo en el agua de mi cara de felicidad.

Volvemos de nuevo hacia la cima, donde corre  una brisa agradable que agita mi pelo salvaje. Aquí donde el silencio se escucha y me detengo para mirar este caudal de luz nuevo, que en la distancia envuelve las cumbres en una niebla luminosa.
 Sumergida en la contemplación de la creación sublime. El infinito paisaje me hace sentir mucho más pequeña,  y en mis pensamientos prometo regresar. 
Allí en la hierba con la brisa, encontramos el lugar perfecto para conversar.
 Escucho su extraña voz,  nueva para mí.  Es suave porqué viene desde dentro.
 - Te contaré una historia –me dice– y cuando te vayas te la puedes llevar.

El timbre del recreo me devuelve a mi clase. Llevo escribiendo una hora y me parecieron unos pocos minutos. Suspiro y comprendo. El papel, repleto de palabras,  guarda una historia de mi amiga la vaca. Me levanto y lo entrego a la profesora.
En el pasillo  la madre Esperanza y la madre Superiora controlan el orden, paso por su lado casi sin respirar, esperando y rezando para que no me pregunten nada, me he metido un caramelo Sugus en la boca antes de salir de clase y aún no lo he ablandado lo suficiente para poder tragarlo.
Bajo corriendo hacía el patio para pillar antes que nadie el columpio de hierro donde me gusta subir, es perfecto para colgarme boca abajo.
 Almuerzo rápidamente y "para digerir" la comida permanezco boca abajo apurando los últimos minutos de recreo.  Esa manía de mirar la vida desde distintas ópticas me fascina,   mis amigas hablan y ríen a mi lado.  Hasta que de nuevo el frío sonido del timbre devuelve  mi cabeza a su posición "natural" sobre los hombros y  vuelvo a clase.

Han pasado muchos años desde aquel día y nunca hasta hoy volví a pensar en aquella entrañable vaca, que cambió la mirada de mi profesora  y me hizo bajar la mía con cierto apuro pudoroso en algunas ocasiones, y que hoy ha subido desde las profundidades sutilmente hasta la superficie en forma de sueño.

 Acabo de regresar de un bonito viaje a mi infancia, y me he sentado a mi lado durante una hora que se ha convertido en nada. Continúo con el agradable cosquilleo en el estómago y ahora me doy cuenta que por unos momentos yo también he mirado a los ojos de esa niña que fuí. No necesito averiguar lo que me cuentan. Se que le esperan muchas historias, que le revelarán verdades profundas. No puedo evitarle los malos momentos, ella sola descubrirá su verdad propia, tan necesaria.  Ahora aún desconocida, escondida, y antes de lo que espera, inminente. 
 Ha levantado los ojos y me mira.  
 Dejo de preocuparme. Sé donde reside su fortaleza y entusiasmo.  
Sabe y sé que los sueños más hermosos se cumplen. 
Nos despedimos con una sonrisa, vuelven las intensas emociones que viajan por dentro. Me cuesta soltar la mano que me aprieta,  pero debe regresar a su clase. 
Ahora, sigo muy ocupada aprendiendo a vivir suspendida en la cima de esa montaña.
Una es mayor pero sigue intentando crecer,  aunque 
hay días como hoy, que me gustaría colgarme boca abajo de ese columpio. 
                                                                                                                                           Eva

4 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada, me has hecho recordar mi infancia, y los veranos en la playa, cerca del campo, Ver ordeñar las vacas, paseos a caballo, tomar onces con tortillas al rescoldo, subir a los árboles a comer frutas...

    Algún día haré un post sobre esto.

    Abrazo Querida amiga

    PD: Onces es la comida servida a media tarde, al modo del afternoon tea o high tea ingleses, el goûter galo o la merienda española.

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    Respuestas
    1. Querido Francisco, gracias por tu visita y tu siempre agradable comentario. Estoy aprendiendo mucho de vuestra cultura gastronómica. Añado esta nueva y curiosa palabrita a las Sopaipillas, picarones y calzones rotos. Te animo a que hagas un post sobre esto. Lo espero.
      Un abrazo, querido amigo.

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  2. Eva:
    Pase a saludarte y dejarte estos sentires propios no solo de Semana Santa sino de todas las semanas del año.

    Cariños
    ..................

    Pensamiento de la semana:

    Toma una sonrisa,
    regálala a quien nunca la ha tenido.

    Toma un rayo de sol,
    hazlo volar allá en donde reina la noche.

    Descubre una fuente,
    haz bañar a quien vive en el barro.

    Toma una lágrima,
    ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.

    Toma la valentía,
    ponla en el ánimo de quien no sabe luchar.

    Descubre la vida,
    nárrala a quien no sabe entenderla.

    Toma la esperanza,
    y vive en su luz.

    Toma la bondad,
    y dónala a quien no sabe donar.

    Descubre el "amor",
    y hazlo conocer al mundo.

    (Mahatma Gandhi)

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    Respuestas
    1. Gracias Abu por estas palabras tan bellas. Te deseo de corazón una bonita Semana Santa.
      A mí estos días me gustan especialmente.
      Un abrazo, querida amiga.

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