Thorolf Holmboe |
El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde.
Virginia Woolf: "Las Olas"
Virginia Woolf: "Las Olas"
Hermosa expresion de un amanecer.
ResponderEliminarEse mar tan especial, nos conmueve mirarlo y nos invade un dulce letargo.
Como dice Alfonsina Storni: "Sentir el olvido perenne del mar"
Cariños
Inmensa autora y el mar, la mejor fuente de inspiración.
EliminarGracias por tus palabras y tu visita.
Un abrazo, querida amiga.