martes, 5 de marzo de 2013

Virginia Woolf


Thorolf  Holmboe



El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde.

Virginia Woolf: "Las Olas"

2 comentarios:

  1. Hermosa expresion de un amanecer.
    Ese mar tan especial, nos conmueve mirarlo y nos invade un dulce letargo.
    Como dice Alfonsina Storni: "Sentir el olvido perenne del mar"

    Cariños

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    Respuestas
    1. Inmensa autora y el mar, la mejor fuente de inspiración.
      Gracias por tus palabras y tu visita.
      Un abrazo, querida amiga.

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