lunes, 14 de enero de 2013

La Belleza del Saludo



Erik Werenskiold 1855-193

Cuenta una historia que un Judío trabajaba en una planta empacadora de 
carne en Noruega. Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de 
los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el 
seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente 
la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los 
trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo 
por el grosor que tenía esa puerta. 

Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte. 

De repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entro y lo 
rescató. 

Después de esto, le preguntaron al guardia a qué se debe que se le 
ocurrió abrir ésa puerta si no es parte de su rutina de trabajo ?? 

Él explicó: llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de 
trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me 
saluda en la mañana y se despide de mi en las tardes. El resto de los 
trabajadores me tratan como si fuera invisible. 

Hoy me dijo “ Hola ” a la entrada, pero nunca escuché - “Hasta mañana” -
Yo espero por ese Hola, Buenos Días, y ese Hasta mañana - cada día. 

Sabiendo que todavía no se había despedido de mi, pensé que debía estar 
en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré ”. 

Hermosa historia y muy buena lección.
Gracias Antone

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