martes, 1 de enero de 2013

El dulce arte de bendecir


Feliz Año Nuevo 2013.

¿Qué nos ha pasado en este año?¿Cuánto hemos cambiado?¿Cuántos sueños hemos conseguido?, todos los hechos vividos nos enriquecen y ahora a aventurarnos.
 Será un viaje completamente nuevo para el próximo año, nuevas experiencias darán forma a una vida mejor.

  ¡Feliz año nuevo!


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Propósitos para el año que comienza

Al despertar, bendice el día porque ya está lleno del bien invisible que atraerá tus bendiciones, porque bendecir es reconocer el bien ilimitado que es la esencia misma del universo y espera a todos y a cada uno de nosotros.

Bendice  a la gente que ves en la calle, en el  ómnibus, en los lugares de trabajo y  de juego.  La paz de tu bendición los acompañará en su camino y el aura de su suave fragancia los iluminará.

Cuando hables con la gente, bendice su salud, su trabajo, su dicha, su relación con Dios y con los demás.  Bendícelos en su abundancia, en sus finanzas, bendícelos  de todas las formas concebibles, porque tales bendiciones no solamente siembran semillas de sanación, sino que un día brotarán como flores de alegría en los espacios vacíos de tu propia vida.

Cuando camines, bendice la ciudad en  que vives, su gobierno y sus maestros, sus enfermeras y  sus barrenderos, sus niños y  sus banqueros, sus sacerdotes y sus prostitutas.  En el instante mismo en que alguien exprese la más mínima agresión o falta de bondad hacia ti, responde con una bendición: bendícelos totalmente, con sinceridad, con júbilo,  porque esas bendiciones son el escudo que los protege de la ignorancia de sus  propias equivocaciones y desvía la flecha que iba dirigida a ti.

Bendecir significa desear,  de forma incondicional, totalmente y sin restricción,  el bien para los demás y para lo que sucede,  desde  la  más profunda fuente de bondad  en el más recóndito rincón de tu corazón;  significa santificar, reverenciar,  contemplar maravillado eso  que siempre es un regalo del Creador.  Aquél a quien santifiques con  tu bendición, quedará reservado, consagrado, santo, a salvo.  Bendecir es invocar la protección divina, pensar o hablar con agradecimiento, otorgar felicidad­ aunque nosotros mismos nunca seamos los dispensadores, sino sencillamente los felices testigos de la abundancia de la Vida.

Bendecir todo, sin discriminación alguna, es la forma más elevada de dar, porque aquellos que bendigas nunca sabrán de dónde llegó el súbito rayo de sol que atravesó  las nubes de su cielo y tú pocas veces podrás ser testigo de la luz en sus vidas.

Cuando en tu día algo salga completamente  mal,  cuando algún evento inesperado acabe con tus planes y a hasta contigo mismo, llénalos de bendiciones: porque la vida te está enseñando una lección y ese evento que crees indeseado, lo pediste tu mismo para aprender la lección con la que habrías de  tropezar si no la bendices.  Las pruebas son bendiciones disfrazadas y los ángeles las acompañan en su camino.

Bendecir es reconocer la omnipresente belleza universal oculta a  los ojos materiales: es activar la ley de atracción  que, desde los confines del universo, traerá a tu vida exactamente lo que necesitas experimentar y disfrutar.

Cuando pases ante una prisión, bendice mentalmente a sus presos, su inocencia y libertad, su dulzura, su esencia pura y su perdón incondicional; porque uno solamente puede ser prisionero de su propia imagen y un hombre libre puede caminar inmutable por el patio de una cárcel, como los ciudadanos de esos  países donde reina la libertad y que pueden  quedar prisioneros cuando el temor invade sus pensamientos.

Cuando pases ante un hospital, bendice a los pacientes en su perfección, porque aún en su sufrimiento, su perfección  espera  ser descubierta. Cuando tus ojos  vean  a un hombre llorando, o que parezca destrozado por la vida, bendícelo en su vitalidad y su dicha: porque los sentidos materiales presentan la imagen invertida del esplendor y  la perfección finales que únicamente el ojo interno  percibe.

Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Así que mantén constantemente un pensamiento profundo, santificado, enfocado en ese deseo de bendecir, porque entonces te convertirás verdaderamente en un pacificador y un día, podrás contemplar en todas partes el rostro de Dios.

 Pierre Pradervan
Traducción: Rita Calderón

2 comentarios:

  1. Bendecir, bien-decir. Tiene un efecto multiplicativo.

    Precioso texto, que sin duda trae una bendición especial a quien lo lee.

    Un abrazo, querida Eva

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    Respuestas
    1. Bonitos propósitos, todos ellos fácilmente realizables, pero si alguno no se cumple, no importa, lo verdaderamente importante es el propósito.

      FELIZ AÑO 2013, queridísima amiga.

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